La creciente tensión entre Estados Unidos y Colombia, encabezada personalmente por los presidentes Donald Trump y Gustavo Petro, se ha convertido en un conflicto multifacético. Esto combina la animosidad personal de estos líderes, las sanciones y las tensiones comerciales, el nuevo orden mundial y los conflictos por la política de drogas.
En un contexto marcado por las guerras de Gaza y Ucrania, la fragmentación económica global, el realineamiento geopolítico y el auge del intervencionismo económico estatal y la geoeconomía, este conflicto aparentemente bilateral es un ejemplo de la transición del libre comercio a un escenario de bloques rivales.
El mundo se está dividiendo en esferas de influencia que recuerdan a la Guerra Fría económica y avanza hacia un orden mundial multipolar. Esto queda ilustrado por la problemática Unión Europea, el ascenso de los BRICS y la creciente importancia de entidades como la Organización de Cooperación de Shanghai.
Las acciones a menudo impredecibles y erráticas de Trump, que incluyen recortes de ayuda, sanciones y amenazas de aranceles, ponen en riesgo una década de cooperación entre Colombia y Estados Unidos. Pese a esto, el impacto en la economía y las empresas no es tan severo como lo que representan estas medidas para otros países debido a las exenciones que operan en el caso colombiano.
Doctrina Monroe 2.0
La "Doctrina Monroe 2.0", llamada burlonamente "Doctrina Donroe", busca afirmar el dominio de Estados Unidos, la potencia de los hidrocarburos, en el hemisferio occidental. La demanda de energía, que incluye combustibles fósiles, energía nuclear y renovable, así como minerales, está impulsando las maniobras geopolíticas de Trump. Buscan limitar la influencia china y rusa.
Esta disputa por el acceso a la energía y a los minerales se entiende como parte de la carrera global por la inteligencia artificial. También se explica por la necesidad de satisfacer la creciente demanda de electricidad para satisfacer los deseos de la población que lucha por un mayor nivel de vida.
Todo esto es clave para comprender las crecientes tensiones globales. La presencia de importantes productores de hidrocarburos en el hemisferio occidental, como Canadá, Estados Unidos, México, Brasil, Guyana y Venezuela, sin olvidar el potencial petrolero del campo Vaca Muerta en Argentina, convierte esta región en un campo de batalla geopolítico intensamente disputado.
Colombia, un aliado tradicional
Colombia es un aliado tradicional de Estados Unidos en América del Sur. Las relaciones están ancladas en los esfuerzos antidrogas. Desde el lanzamiento del Plan Colombia en 2000, Estados Unidos ha invertido importantes fondos y capital político en la nación andina, con costas en el Caribe y el Pacífico. Esta asociación incluyó entrenamiento militar, equipo e intercambio de inteligencia.
Por todas estas razones, Colombia sigue siendo un puesto de avanzada vital de la inteligencia estadounidense en los Andes. Sin embargo, la política del Presidente Peter, seguida de duras críticas a la política exterior estadounidense, y su posición sobre el conflicto en Gaza, sirvieron de justificación para la crisis actual. Siempre con un trasfondo que representa el deseo de Trump de recuperar el control sobre los pueblos del hemisferio occidental y de América del Sur en particular.
Cerca del final de su presidencia de cuatro años y cada vez más visto como un "pato saliente", Petro ha tratado de posicionarse como una voz en el discurso sobre el cambio climático y en el debate sobre los derechos del pueblo palestino, utilizando la actual disputa con Trump para reforzar su imagen.
Esta disputa se intensificó en octubre de 2025, cuando Trump acusó a Peter de permitir que los cárteles prosperaran. Trump suspendió la ayuda y los pagos de Estados Unidos, descertificó a Colombia como socio antinarcóticos e impuso sanciones a Petro, a algunos miembros de su familia y a un círculo cercano de asesores.
Estas crecientes tensiones se están intensificando como resultado de los ataques fatales a barcos venezolanos, que Estados Unidos ha vinculado con el narcotráfico. En estas embarcaciones se encontraban ciudadanos colombianos, a quienes Petro llama "pescadores asesinados". Esto llevó a la abolición de visas y a un aumento de la presencia militar en el Caribe.
Factores comerciales
Los factores comerciales exacerban la brecha. Trump anunció aranceles a las exportaciones colombianas junto con recortes de ayuda, posiblemente en aumento a partir de la advertencia sobre las acciones. Esto, junto con las amenazas arancelarias contra Brasil y las duras sanciones contra Venezuela, revela parte de la estrategia de Trump para acercar a naciones latinoamericanas, como la Argentina de Miley, al lado estadounidense en medio de un realineamiento global.
Sin embargo, las sanciones están dirigidas a Petro sin castigar ampliamente a las empresas, evitando las medidas devastadoras para la economía que temen las empresas colombianas. Este enfoque selectivo refleja la imprevisibilidad y los desafíos de Trump para hacer cumplir las sanciones. También es difícil descifrar qué facción de la actual administración estadounidense está impulsando la política actual hacia América del Sur en particular.
Las diferencias en las políticas de drogas están alimentando el fuego. Colombia, a través de Venezuela, es considerada un proveedor clave de narcóticos, con cárteles que se han infiltrado en el negocio de los hidrocarburos en varios países productores de petróleo y gas de América Latina. Por tanto, los conflictos por las drogas y la energía están vinculados a la geopolítica.
El aumento de la producción de cocaína durante el mandato de Peter alarmó a Estados Unidos. Pero los recortes de ayuda podrían desestabilizar la seguridad, permitiendo que los grupos armados crezcan y ganen más poder. También se teme que este tipo de sanciones contra Colombia puedan dejar a Estados Unidos sin un aliado tradicional e incluso servir para fortalecer indirectamente al líder venezolano Nicolás Maduro.
Animosidad personal entre Trump y Peter
El conflicto adquiere un tono dramático debido a los motivos personales de dos presidentes muy singulares, Trump y Peter. Ambos líderes nacionales están atendiendo a sus seguidores locales sin mostrar ninguna disposición a dar marcha atrás, convirtiendo sus posiciones en símbolos de desafío.
Con China y Rusia geográficamente distantes entre sí, Estados Unidos está utilizando su poder militar y el peso del dólar para mantener un dominio cada vez mayor en gran parte del hemisferio occidental.
A medida que el mandato de Peter llega a su fin en 2026, hay esperanzas de pasar página. Pero las tensiones actuales subrayan cómo la animosidad personal, el realineamiento estratégico y la carrera por controlar recursos energéticos vitales están exacerbando las divisiones globales.
La posición de Colombia no es envidiable, ya que este tradicional aliado estadounidense podría encontrarse bajo una mayor presión para revisar su política exterior y comercial y posiblemente trazar un nuevo rumbo. En este nuevo orden mundial multipolar, nadie parece salir ganando de las crecientes tensiones que estamos experimentando.
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