Instagram, WhatsApp, Gmail… todas las aplicaciones nos ofrecen la posibilidad de elegir entre el modo claro u oscuro. Puede parecer una simple cuestión de estética, incluso una moda pasajera, pero en realidad hay una ciencia (y una psicología) detrás de esta elección. ¿Qué nos hace preferir uno sobre el otro? ¿Qué dice esta decisión sobre cómo percibimos la información?
En un mundo hiperconectado donde pasamos varias horas frente a una pantalla, la forma en que vemos e interpretamos la interfaz es más importante de lo que parece. Y no sólo por el problema de legibilidad, sino también por el impacto emocional, el esfuerzo visual y el contexto y momento en el que interactuamos con cada dispositivo. Por este motivo, en Mondragon Unibertsitatea decidimos investigar experimentalmente cómo reacciona la gente ante estas dos opciones.
¿En qué consistió nuestro estudio?
Participaron 141 personas (77 mujeres, 62 hombres, una persona no binaria y una persona que no quiso responder), con edades comprendidas entre 18 y 61 años. A todos se muestran imágenes reales de interfaces cotidianas (como Google, Word, Instagram, YouTube, etc.) en sus versiones en modo claro y oscuro.
Para analizar las preferencias se utilizó el Test de Asociación Implícita (IAT), una herramienta de la psicología social que permite descubrir la fuerza de la asociación automática e inconsciente de una persona, es decir, la opción que preferimos, sin pensarlo demasiado.
¿Qué revelaron los datos?
Los resultados del experimento mostraron un pequeño efecto a favor del modo claro: las personas lo asociaron más rápidamente con conceptos positivos como "profesional", "ordenado" o "seguro". Este patrón fue algo más pronunciado en las mujeres, aunque no se encontraron diferencias significativas entre sexos.
Sin embargo, cuando se le preguntó directamente, las cosas cambiaron. En las respuestas conscientes, los hombres mostraron una mayor afinidad por el modo oscuro, mientras que las mujeres mantuvieron su preferencia por el modo claro. Las razones también fueron diferentes. Quienes eligieron una interfaz clara lo hicieron principalmente por razones objetivas como la facilidad de lectura o una mejor visualización. Por otro lado, quienes eligieron el oscuro generalmente fueron argumentados por razones más subjetivas, como la estética, el estilo o una sensación más profesional.
En respuesta directa, el 48,2% prefiere el modo oscuro y el 43,3% prefiere el modo claro; Según el sexo, las mujeres mostraron una mayor preferencia por este último (53,2% frente a 41,6%), mientras que los hombres optaron mayoritariamente por el oscuro (54,8% frente a 32,3%).
Estos resultados resaltan la importancia de diseñar opciones adaptativas, es decir, probar temas en diferentes contextos de iluminación, incluidas configuraciones rápidas (brillo, contraste) y parametrizaciones por usuario. Además, se recomienda realizar un análisis de segmentación demográfica para evitar sesgos y promover la accesibilidad y el confort visual de toda la población de usuarios.

Un estudio experimental realizado en Mondragon Unibertsitatea (n = 141) sobre las preferencias de interfaz en modo claro u oscuro. Autor proporcionado (sin reutilización) ¿Moda o deseo real?
El auge del modo oscuro es en parte una respuesta a las decisiones de diseño y al contexto (contenido visual, poca luz), pero los datos muestran que la preferencia no es homogénea: es en parte tendencia y en parte funcionalidad.
Cada vez más aplicaciones activan el modo oscuro de forma predeterminada, especialmente aquellas enfocadas al entretenimiento o contenido visual. No es casualidad: apps como Spotify o Netflix confían en él porque mejora el contraste y hace que, por ejemplo, las portadas o los vídeos destaquen más. Además, al reducir el brillo, resulta más cómodo en ambientes con poca luz y contribuye a crear una atmósfera más impactante.
Algunos estudios también sugieren que el modo oscuro puede prolongar la duración de la batería en las pantallas OLED y reducir la fatiga ocular en condiciones de poca luz. Sin embargo, no siempre es la opción preferida de los usuarios. De hecho, mucha gente todavía utiliza el modo luz sólo porque está activado por defecto.
Entonces ¿cuál es mejor?
No existe un formato ideal para todas las personas ni para todas las aplicaciones. Y eso está bien. Depende del contexto de uso, el tipo de contenido y lo que queremos que transmita la interfaz. Por ejemplo, en entornos profesionales como la banca, la sanidad o la educación, las interfaces claras siguen siendo la mayoría: un fondo claro con texto oscuro evoca claridad, transparencia y familiaridad.
Por otro lado, en aplicaciones creativas, nocturnas o de consumo audiovisual, el modo oscuro ofrece una experiencia más inmersiva y emocional. También puede tener un componente identitario: para algunas personas significa estar "al día" o sentirse más cerca de herramientas sofisticadas. Aquí el diseño no sólo informa: también comunica y expresa.
Por eso, más allá de la moda o las preferencias individuales, es importante que el diseño se adapte a lo que realmente necesitamos. Y si la app nos da a elegir, mucho mejor.
Hoy en día, la mayoría de las plataformas permiten cambiar fácilmente según las preferencias del usuario. Muchos incluso detectan configuraciones del sistema operativo para aplicar automáticamente el tema (por ejemplo, activar el modo oscuro al anochecer). Esta flexibilidad reconoce que no existe un enfoque único que sirva para todos. La clave es que la aplicación brinde una experiencia cómoda y consistente, ya sea que "se pase al lado oscuro" o se quede en la tradicional interfaz clara, dependiendo de las necesidades de cada persona.
0 Comentarios