Durante la última década hemos visto cada vez más empresas involucrarse en debates sociales y políticos. Desde los derechos civiles hasta las guerras y los conflictos territoriales, el activismo sociopolítico corporativo se ha convertido en una expectativa social. Pero, ¿qué sucede cuando hay una escalada de tensión política tan profunda como la de Cataluña entre 2014 y 2017, cuando cualquiera de las posiciones podría aumentar el riesgo de ruptura institucional?
Hemos querido analizar cómo tres grandes organizaciones empresariales catalanas gestionaron la comunicación durante el proceso: Foment del Treball, Pimec y Cecot. Y los resultados de nuestra investigación revelan: lejos de quedar marginadas o silenciosas, estas organizaciones han adoptado una estrategia que hemos llamado mediación discursiva. Todos utilizaron sus votos para reducir la polarización, no para aumentarla.
A partir del análisis de más de 18.000 documentos -tuits, declaraciones, entrevistas y material contextual- identificamos un conjunto de prácticas discursivas destinadas a reducir las tensiones en un momento en el que la sociedad catalana estaba dividida entre "ellos" y "nosotros", y en un contexto incendiario.
A lo largo de los años del proceso se han ido construyendo todas las historias enemigas. Parte del movimiento independentista catalán presentó al Estado como un actor fundamentalmente corrupto y represivo. Por otro lado, sectores opositores han calificado a los independentistas de radicales, fanáticos o incluso antidemocráticos. En este clima, las empresas se enfrentaban a un dilema: si hablaban, podían molestar a alguno de sus socios, clientes o empleados, pero si permanecían en silencio, quizá.
Ante esta trampa discursiva, las organizaciones empresariales catalanas decidieron hacer algo diferente: utilizar la comunicación para frenar la escalada.
Una invitación al diálogo
La primera línea de actuación que destaca el estudio es la insistencia pública de las empresas analizadas en la necesidad del diálogo. Desde 2014, Foment del Treball, Pimec y Cecot reclaman en sus comunicaciones negociaciones, acuerdos y evitar decisiones unilaterales. No defendieron un resultado concreto, sino un proceso: hablar, escuchar, sentarse a la mesa.
Estas intervenciones buscaron reabrir el espacio político que la polarización había cerrado. También transmitió la idea de que aún existen alternativas acordadas antes de llegar a un escenario de ruptura.
No estoy de acuerdo, pero no polarices.
Otra práctica consistió en deconstruir narrativas hostiles que alimentaban la polarización. Las organizaciones empresariales evitaron replicar el lenguaje agresivo de ambas partes. Cuando criticaron las decisiones del Gobierno central, lo hicieron sin culpar a "España" en su conjunto. Cuando hablaban de referéndum o consulta, lo presentaban como un ejercicio democrático normal, no como un acto de rebelión.
Este tipo de redacción redujo la carga emocional del conflicto. También envió un mensaje clave: era posible estar en desacuerdo sin convertir al otro en una amenaza existencial.
Sugerir alternativas
El tercer eje de mediación discursiva consistió en la introducción de alternativas políticas y económicas que no implicaran ni un inmovilismo absoluto ni una ruptura institucional. Mientras los independientes defendían la secesión como única salida y los opositores rechazaban cualquier cambio, las organizaciones empresariales propusieron reformas transitorias como revisiones fiscales, inversiones en infraestructura y reconocimiento de las peculiaridades culturales.
De esta manera, el conflicto dejó de ser un dilema binario. Había más formas posibles que "separarnos" o "quedarnos como estamos".
¿Por qué las empresas han asumido este papel de intermediación?
El estudio identifica tres funciones que explican por qué esta forma de activismo corporativo puede resultar atractiva para organizaciones en contextos polarizados:
función instrumental. Esta estrategia les permitió influir en la agenda política sin asociarse a un actor específico y defender los intereses de sus miembros sin quedar atrapados en la lógica de la confrontación.
función defensiva. La polarización extrema aumenta el riesgo de colapso institucional y crea incertidumbre jurídica y económica. La reducción de las tensiones también protege el entorno empresarial en el que operan las empresas.
La función de fortalecer la identidad institucional. Las organizaciones empresariales negocian y median entre partes con diferentes intereses. Presentarse como actores de diálogo está en consonancia con su rol social y les otorga legitimidad frente a diferentes grupos de interés.
Despolarizando el activismo empresarial
La contribución central de nuestro estudio es conceptual: existe una forma de activismo sociopolítico corporativo que no fomenta la polarización, sino que la frena. El lenguaje utilizado puede incitar al conflicto o desactivarlo. En un mundo donde las empresas están cada vez más obligadas a hablar más y más rápido, esta investigación sugiere que pueden intervenir para ayudar a construir puentes, no muros.
La mediación discursiva puede ser particularmente útil en otros conflictos similares: desde tensiones territoriales hasta debates polarizados sobre inmigración o cambio climático. Sin embargo, su eficacia tiene limitaciones. El estudio recuerda que cuando una de las partes en conflicto tiene mucho más poder para imponer su voluntad, la capacidad de las palabras para frenar la escalada se reduce considerablemente.
Sin embargo, la conclusión general es clara: las organizaciones no tienen por qué convertirse en agitadores o actores silenciosos. También puedes hablar para bajar el volumen. Y, en tiempos de creciente polarización, esa capacidad es más valiosa de lo que a menudo admitimos.
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