En los últimos años, el cine ha vuelto a recurrir a otra epopeya homérica para adaptar las historias del héroe griego. En 2025 se estrenó Ulises regresa del director italiano Ubert Pasolini, protagonizada por Ralph Fiennes y Juliette Binoche, y se espera con impaciencia la producción dirigida por Christopher Nolan para julio de 2026.
Esta recurrencia no debería sorprender: desde el período mudo, los cineastas se han inspirado en textos clásicos para realizar sus propias producciones, atraídos por el tono aventurero que les impartía. Sin embargo, ¿la Odisea es sólo una historia sobre las hazañas de los héroes?
Según una encuesta de la BBC de 2018, La Odisea es la obra más influyente de la historia. En 24 poemas, esta epopeya cuenta los diez años del regreso de Ulises/Odiseo a su hogar, Ítaca, después de la Guerra de Troya. Se pone énfasis en su lucha contra los obstáculos naturales, divinos y humanos para regresar al hogar de su esposa Penélope y su hijo Telémaco.
Pero… ahora imaginemos abrir la Odyssey con lentes nuevos. Aparte del héroe luchando contra monstruos o tormentas, encontramos una estructura femenina que sustenta la trama. Este enfoque requiere un reordenamiento de nuestras expectativas: ya no asimilamos la historia de un hombre, sino que encontramos un amplio universo femenino dentro de sus páginas. Estas mujeres no se limitan a funciones tradicionales, sino que se convierten en estrategas, mediadoras y guías imprescindibles para el desarrollo de los viajes.

Juliette Binoche como Penélope en una escena de El regreso de Ulises. Afinidad cinematográfica con 'Invisible', pero necesaria
Desde el inicio de la epopeya, la presencia femenina es central. La narración comienza con la invocación de la Musa, que no sólo inspira al poeta sino que establece un patrón estructural: la mujer como mediadora entre el conocimiento y la acción, la palabra y el destino.
Este tipo de figuras se configuran como "mujeres guías" y operan con precisión estratégica, pues su palabra es un motor directo de la acción. Son ellos quienes diseñan los caminos, negocian, intervienen en la voluntad divina, eligen los momentos adecuados de ocultamiento o revelación y, en definitiva, desbloquean conflictos y abren caminos.
Sin embargo, su papel está lejos de ayudar al héroe en tiempos difíciles. En La Odisea, las mujeres no sólo lideran: también piensan, deciden y actúan con una inteligencia tan afinada como la propia protagonista.
Esa habilidad, conocida en la tradición griega como metis (inteligencia práctica, astucia estratégica), es el rasgo definitorio de Odiseo. Sin embargo, en el poema no es atributo exclusivo del héroe. Como señalan autores como Grace LaFrenz, Odiseo aprende de las mujeres que encuentra una forma de metis más paciente y calculadora, asociada al tejido: dibujar planos, trazar soluciones, tejer sabiamente el tiempo...
La metáfora no es casual. La famosa estrategia de Penélope –tejer de día y desenmarañar de noche para ganar tiempo frente a los pretendientes que desean casarse con ella en ausencia de Ulises– es un ejemplo perfecto de esa inteligencia que combina ingenio, autocontrol y estrategia.
Voces que dan forma al viaje
Entre los múltiples personajes femeninos presentes en la epopeya podemos encontrar modelos paradigmáticos que explican lo que defendíamos anteriormente.

Relieve de la imaginada Atenea. Museo de la Acrópolis, Atenas.
Atenea podría considerarse el mejor ejemplo de "mujeres-guías". Ella no sólo protege al héroe en el Olimpo, sino que también idea sus estrategias, le sugiere disfraces y le da mucho tiempo para actuar. Además, facilita conocer a otras mujeres que te ayudarán en momentos cruciales. Su intervención es constante y decisiva.
Helena de Troya aparece en la Odisea en el papel de anfitriona y mediadora. En el gran salón de su palacio, junto con su marido y otros hombres, recibe y es la primera en reconocer e interrogar a Telémaco y darle noticias de su padre. Nausicaa, por su parte, cumple una función de guía muy específica: cuando ha encontrado al náufrago, le dice cómo acudir a su madre, la reina Aretha —no a su padre, el rey Alcínoo— para que sea recibido favorablemente en palacio. Esta mediación no es menor, ya que abre la puerta política para que Odiseo consiga el apoyo de la corte feacia para regresar a casa.
Calipso, Circe e incluso Ino brindan asistencia desde diferentes registros. Lo consiguen siendo hospitalarios -como Calipso-, consejeros -como Circe (que le dice cómo evitar las sirenas)- o con su ayuda sobrenatural para salvar vidas, como Ino, que rescata al héroe después de un naufragio dándole un velo mágico que le permite mantenerse a flote y sobrevivir en aguas turbulentas.
Y por supuesto, Penélope destaca entre todos ellos. Desde Ítaca, resiste inteligentemente: gobierna el reino, teje y desenreda el sudario de Ulises para retrasar la espera de los pretendientes, decide ponerlos a prueba para demostrar quién es digno de casarse con ella -sabiendo que nadie estará a la altura del desafío que ella plantea- y se mantiene firme en su puesto. Incluso el héroe reconoce su ingenio cuando la compara con el honorable rey.
De esta manera, La Odisea deja de ser la historia de un hombre que vuelve a mostrar el entramado de voces femeninas que no son figurantes, sino nodos estratégicos de la historia. Asumir esto no le resta valor a la aventura central. Simplemente reconoce y resalta la importancia de los personajes femeninos que han permanecido en las sombras durante tanto tiempo.
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