A un año de las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos -en las que el electorado hispano jugó un papel clave-, el balance confirma que el voto latinoamericano se decantó mayoritariamente por la candidata demócrata Kamala Harris -cerca del 56%-, pero con un dato relevante: Donald Trump alcanzaría cerca del 42% de este electorado, un récord inédito desde el republicano.
Hoy, la población hispana representa alrededor del 15% del censo electoral –unos 36,2 millones de personas– y ha contribuido a la mitad del crecimiento del electorado desde 2020, según el Pew Research Center.
Estas cifras, que deben leerse con la cautela típica de las evaluaciones postelectorales, confirman un cambio sostenido que ha hecho que la carrera por el voto hispano sea más competitiva. Todavía entendemos las razones de este cambio y las cifras que proporcionamos a continuación pueden ayudarnos con eso.
Del 71% de demócratas en 2012 a una reducción en 2024
En 2012, Barack Obama obtuvo el 71% del voto hispano frente al 27% de Mitt Romney. A partir de 2016, el margen empezó a disminuir: Trump pasó del 28% (2016) al 32% (2020) y dio un nuevo salto en 2024, mientras que el candidato demócrata conservaba la mayoría.
En la última parte de 2024, los datos de intención de voto entre los hispanos registrados ya indicaban un 57% para Harris y un 39% para Trump. Y ahora con los "votantes confirmados", Trump ha ganado terreno en varios grupos clave, consolidando avances que explican parte de los resultados de 2024.
Su interés en los asuntos económicos
"Gran número" esconde heterogeneidad. El informe de la American Society destaca los avances republicanos entre los hombres hispanos (Trump alcanzaría el 47% en ese subgrupo) y una notable reducción en los distritos de mayoría hispana en la frontera de Texas y en el sur de Florida.
Además, 2024 trajo una sensibilidad particular a la economía: para los hispanos, la economía y la inflación eran temas centrales, y cerca de la mitad expresó más confianza en Trump que en su rival para tomar decisiones en este ámbito. La prensa ya había aceptado esa forma unos meses antes.
Por qué se mueven: identidad y programa electoral
La evidencia académica ayuda a organizar este fenómeno. Un estudio reciente realizado en Arizona (Senado 2024) muestra que la fortaleza de la autoidentificación se asocia con calificaciones más favorables de los candidatos hispanos; Sin embargo, la alineación del programa electoral y las políticas públicas (inmigración, vivienda, educación) emerge como un predictor de evaluación más poderoso que la etnicidad per se.
En otras palabras: la identidad importa, pero la alineación en ciertos temas cuenta más al evaluar las candidaturas. La identificación partidista no es un factor determinante en su decisión de votar.
Votación menos "monolítica"
La realidad estatal exige matices. En Arizona, el demócrata Rubén Gallego ganó 50,1% contra 47,7% en un estado con alrededor de 1,3 millones de votantes hispanos, un resultado estrecho en el que la "fluidez" del voto hispano podría inclinar la balanza.
Esta fluidez se ve reforzada por la composición demográfica del electorado hispano: en 2024, eran el 14,7% de los votantes elegibles y su perfil es, en promedio, más joven que el electorado en su conjunto (sólo el 33% tiene más de 50 años). Esto sugiere márgenes para nuevas recomposiciones según el contexto y los temas.
Indicaciones y advertencias
Después de 2024, varios informes de prensa describieron casos de votación dividida (apoyando a un partido para la presidencia y a otro a nivel estatal/local) en segmentos latinoamericanos. El medio Politiko documentó este fenómeno a principios de 2025, con señales en distritos competitivos y entre votantes menos partidistas. Sin embargo, es aconsejable tratar estos hallazgos con cautela metodológica.
¿Qué significa esto para 2026 y 2028?
Hay tres claves para las futuras elecciones intermedias (2026) y presidenciales (2028):
Segmentación fina. Los jóvenes españoles y las regiones fronterizas se muestran receptivos a las propuestas económicas y de seguridad, pero sin garantías de lealtad estable.
Política de temas, no etiquetas. La mayoría latinoamericana sigue votando a los demócratas, pero evalúa ofertas específicas (inflación, empleo, vivienda, servicios). En un contexto de incertidumbre, la "voz de la dirección" puede anular la identidad.
Comunicación culturalmente competente. Los mensajes genéricos a la "comunidad hispana" funcionan peor que las propuestas verificables y específicas de subsegmentos.
El electorado hispano en Estados Unidos está evolucionando hacia posiciones más competitivas entre partidos y priorizando cuestiones económicas y políticas específicas sobre las identidades étnicas. Estos aspectos sin duda redefinirán las estrategias electorales en las próximas elecciones.
0 Comentarios