El 20 de octubre se dio a conocer el nuevo álbum de Rosalin, The Bow, como un acto ritual colectivo. La cantante invitó al público a participar de su publicación en directo desde sus redes sociales: la portada, el título y la fecha de publicación fueron revelados en la madrileña Plaza del Callao.
Luego vino "Berghain", una canción cuya letra y vídeo prometen un renacimiento imaginario, en el que el artista se transforma. Se ha extendido un fervor colectivo entre devotos y escépticos por igual, ya que todos parecen tener algo que decir.
Ahora, tras tres años de silencio por parte de Motomami, los cuatro temas del nuevo disco nos transportan a un universo de purpurina, palomas y santos. Pero ¿qué referentes construyen esta estética?
Ella misma, en entrevistas recientes, confiesa su inspiración: las hagiografías de santos de todo el mundo y su producción mística. La necesidad de unión con lo sagrado se hace evidente en la portada de Lux. Los labios dorados, la gorra y el hábito blanco que la cubre simbolizan también su dedicación a la música.
Rosalía interpreta "Reliquia", tema de su nuevo disco LUX, en LOS40 Music Awards 2025. El misticismo como espacio de libertad
Ya en su segundo álbum de estudio, El mal que, Rosalía ofreció un discurso visual lleno de referencias a la tradición mariana.
En Luka, la cantante explora un camino similar con una interpretación libre y desacralizada del misticismo femenino. Según él, el proyecto nació del deseo de conectar con algo superior: "Si creas un espacio, tal vez alguien de arriba pueda alcanzarte y pasar a través de ti. Y encuentra en el misticismo, en la unión con lo espiritual, un lugar de libertad. Un lugar que nos permite salir de la ortodoxia y generar otros discursos".
Sin embargo, el artista no inventa nada; La historia del misticismo femenino está repleta de ejemplos de mujeres que subvierten y subvierten las normas de la iglesia. Además de aquellas a las que alude el álbum -Santa Teresa de Jesús, Hildegarda de Bingen, Santa Olga de Kiev, Rabia al Adawiya o Simona Weil-, hay muchos más nombres, como Santa Catalina de Siena o Margarita Poretta, que fueron condenadas a la hoguera por la Inquisición en 1310. Son mujeres que generaron obras entre lo textual y lo visual, acercándose a los mandamientos de lo sagrado y subvirtiendo la parte del mandato.

Interior vinílico LUX, Rosalía. rosalía
Una vez terminada la portada, el interior ofrece nuevas imágenes. Estas son las fotografías tomadas por el polivalente Noah Dillon. Algunos de ellos están en el booklet del CD y en el cartel cruciforme que incluye el vinilo. Rosalía desnuda, tumbada en una cama blanca, imita posiciones cristológicas, permanece despierta y presencia la nieve, y acaba bañada de luz, en un mundo en el que no parece encajar. El momento de unión con lo divino -que "Dios desciende y yo subo, nos encontramos en el medio"- se completa con la escucha.
La espiritualidad de Rosalie parece responder a la definición de misticismo salvaje acuñada por el filósofo francés Michel Hulin. Aquella experiencia en la que el sujeto, independientemente de cualquier creencia religiosa, "experimenta la impresión de despertar a una realidad superior, traspasando el velo de las apariencias, experimentando de antemano algo parecido a la salvación".
El misticismo, de este modo, es propiedad de toda persona que anhela separarse de una realidad hostil. Y la cantante ofrece su música al mundo -al igual que los místicos que la precedieron- como gesto de gratitud.
Entre la nada y la luz del mundo
En su primera aparición pública en torno al álbum, Rosalía se vistió con símbolos cercanos al poder papal. Ropa blanca, zapatos rojos y un halo decolorado en el cabello que sugiere santidad y poder. En sucesivos eventos promocionales, siguió confiando en esta señal visual.
La instalación en el MNAC (Museu Nacional d'Art de Catalunya) para su presentación en Barcelona se convirtió en una especie de performance de purificación y éxtasis. Ella, en medio del escenario cubierta con sábanas blancas, se presentaba pasivamente al público mientras sonaba su obra. No cantó, no actuó, sólo esperó la comunión.
En su sinfonía, la artista se presenta como un ser vulnerable, de porcelana. Y, por tanto, humano. Llena de contradicciones, entre la luz y la fatalidad. Pero es un estado que permite una experiencia mística. "No soy santo, pero soy bienaventurado", es decir, bienaventurado. Afirma que el amor es una avalancha que ilumina e incluso se proclama la luz del mundo. ¿Hay algo más transgresor que ponerse en el papel de Dios?
Al final, Rosalía proyecta la imagen de un ser ambivalente, saturado de mandatos heteronormativos. A esto se suma el volcel -celibato voluntario-, una postura que ha adoptado últimamente. Nuevamente, siguiendo la tendencia de muchos místicos, que se han separado del ruido del mundo en la meditación interior.
En Al principio había amor, la filósofa Julia Kristeva ofrece una pista importante. Las experiencias místicas, en gran medida simplistas, nos permiten reparar "nuestros malestares heridos de Narciso". Reemplazando a la Palabra como principio, el Amor se convierte en la experiencia central en la constitución de la subjetividad humana.
La propia artista insistió en las cualidades impresionantes, innovadoras, transformadoras y espirituales del álbum, que corresponden a la búsqueda del conocimiento trascendente. ¿Y si no hay luz?
La identificación de Rosalie con el misticismo, la fusión y la transmisión a través de la palabra cantada intentan sanar la herida: la de ella y la nuestra. Es una sociedad cansada de deseos, pero todavía llena de esperanza. Que lucha contra la vida cotidiana y anhela creer que existen otros caminos.
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