El paso del tiempo exige reflexión. Hace tres años, el libro "Crisis de confianza: desacreditar a los medios (2007-2022)") alertaba de un deterioro de los medios de comunicación que, lejos de revertirse, parece haberse consolidado.
Estos datos no son sólo números, sino un reflejo del clima de incertidumbre y escepticismo que afecta al sector mediático y, por tanto, a su papel fundamental en una sociedad democrática.
El informe también señala que sólo el 10 por ciento de los españoles paga por noticias online, lo que demuestra que es difícil mantener un modelo de negocio basado en la calidad en un entorno de acceso mayoritariamente gratuito.
El impacto del nuevo escenario digital
La transformación digital es un factor estructural clave para comprender este fenómeno. Hemos pasado de un ecosistema informativo de relativa "escasez de medios" a uno caracterizado por una sobreabundancia de contenido. El consumo actual de noticias es múltiple, descentralizado y muchas veces fragmentado, lo que contribuye a la dilución del papel tradicional de los periodistas como principal mediador de información.
En este contexto, los periodistas compiten como intermediarios con múltiples fuentes y plataformas, desde algoritmos de redes sociales hasta personas influyentes. Esta dinámica tiene consecuencias importantes.
Los algoritmos, diseñados para maximizar la interacción, pueden crear "burbujas de filtro" que refuerzan los prejuicios existentes y contribuyen a la polarización social. La inmediatez y la búsqueda de "clics" suelen primar sobre el rigor y la verificación, lo que facilita la difusión de información errónea.
Como resultado, las audiencias migran a espacios donde la confiabilidad de la información no siempre está garantizada, lo que socava la base de un debate público informado.
Dimensión interna: el bienestar profesional como factor de calidad
Además de los factores externos, es relevante observar las condiciones internas de la profesión periodística. La crisis económica que afecta a este sector desde hace años ha incidido en la precarización de las condiciones laborales, que se ha cronificado.
Según el Informe Anual de la Profesión Periodística 2024 de la Asociación de Periodistas de Madrid (APM), la inseguridad y los bajos salarios son los principales problemas que aquejan a los periodistas en España. La salud mental de los profesionales de la comunicación y los medios ya se ha convertido en un tema de estudio y es una seria preocupación en este sector.
Cuestiones como la sobrecarga de trabajo, los salarios no competitivos y la presión constante de urgencia afectan directamente la calidad del producto informativo. Este contexto ayuda a explicar la salida de talento experimentado hacia otros sectores y la dificultad para atraer y retener a las nuevas generaciones.
Es razonable pensar que no se puede generar periodismo de calidad de forma sostenible si el bienestar de los profesionales no se considera un activo estratégico. La calidad de la información está intrínsecamente ligada a la capacidad de los periodistas para investigar, contrastar y analizar la información sin presiones indebidas.
Hacia un modelo interconectado de confianza
Una forma útil de abordar este complejo problema es pensar en la confianza como un ecosistema. Su fortaleza no depende de un solo elemento, sino del equilibrio entre varios factores interrelacionados, entre los que destacan:
La calidad del contenido ofrecido.
Condiciones laborales dignas para los periodistas.
Buen gobierno corporativo de las empresas de comunicación.
Capacidad para establecer una conexión significativa y transparente con la audiencia.
Desde esta perspectiva, la debilidad de uno de los pilares, como es el bienestar de los profesionales, afecta a la estabilidad de todo el sistema.
Un periodista inseguro tendrá más dificultades para producir información de calidad, lo que a su vez socavará la confianza de la audiencia y la sostenibilidad de los medios.
Responsabilidad compartida para la reconstrucción
Si adoptamos este enfoque sistémico, reconstruir la confianza se presenta como una tarea compartida. Los medios tienen la oportunidad de liderar el cambio, invirtiendo en la calidad del periodismo y el desarrollo de su capital humano.
Esto implica no sólo apostar por innovaciones y nuevos formatos, sino también por unas condiciones laborales que permitan ejercer la profesión de forma estricta y ética.
Las universidades, por su parte, pueden contribuir formando profesionales con una visión integral, dotados de herramientas técnicas, una base ética sólida y capacidad de adaptación a un entorno en constante evolución.
Finalmente, el público también juega un papel activo. Sus demandas críticas, su voluntad de valorar y apoyar el periodismo de calidad –incluso financieramente– y su alfabetización mediática para distinguir entre fuentes confiables e información errónea son fundamentales para la salud del ecosistema de la información.
Restaurar el equilibrio de este ecosistema es un desafío complejo, pero esencial para el futuro del periodismo y, en definitiva, de nuestra sociedad.
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