Para los niños y adolescentes de hoy, la línea entre el aprendizaje formal y el consumo de medios es difusa: plataformas como TikTok, YouTube e Instagram no son sólo pasatiempos, sino espacios esenciales para la socialización, la construcción de identidad y el acceso a la información.
Esta "dieta mediática juvenil", compuesta de videos virales, memes, tendencias y noticias fragmentadas, es la principal matriz cultural de las nuevas generaciones. ¿Cómo debería afrontarlo la escuela? Ignorar o descartar estos contenidos como distracciones crea una brecha entre la vida de la escuela y la del estudiante. Además, deja a los jóvenes desarmados frente a los desafíos de la desinformación, los estereotipos y la manipulación emocional que proliferan en entornos sin filtros editoriales.
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La alfabetización digital no enseña a utilizar herramientas tecnológicas, sino que forma sujetos capaces de comprender, cuestionar y transformar los discursos que consumen y producen. Por ello, organismos internacionales como la UNESCO la definen como "alfabetización mediática e informacional" y la consideran fundamental para el desarrollo personal.
Llevar contenidos a la escuela
Proyectos impulsados por instituciones como Fad Juventud promueven actividades educativas gamificadas para fomentar el pensamiento crítico entre los adolescentes. Un ejemplo destacable es el proyecto ERASER, una aventura interactiva diseñada para centros de educación secundaria, bachillerato y formación profesional.
En este entorno lúdico, los estudiantes asumen el papel de "detectives digitales", lidiando con casos reales de desinformación. A través de videos, publicaciones en redes sociales y audio viral, aplican técnicas de verificación de hechos, identifican fakes y deep fakes y analizan estrategias de manipulación digital.
Deconstruir el vídeo viral
Utilizando, por ejemplo, un vídeo viral de TikTok en el aula, un profesor puede explicar conceptos complejos y esenciales del pensamiento crítico como:
Autoría y credibilidad: ¿Quién está detrás de este mensaje? ¿Cuál es tu intención (informar, persuadir, vender)? ¿Existen credenciales que respalden la información?
Lenguaje Audiovisual: ¿Qué recursos de edición, música o encuadre se utilizan para manipular o influir en las emociones del espectador?
Sesgos y Algoritmos: ¿Por qué la plataforma me muestra este contenido específico? ¿Cómo la lógica algorítmica da forma a nuestra "burbuja de información" y sesga nuestra visión del mundo?
Este enfoque transforma el consumo pasivo en un ejercicio de pensamiento profundo, desplazando el enfoque de la alfabetización técnica (saber utilizar un dispositivo) a la comprensión crítica (saber interpretar y cuestionar contenidos), mostrando que esto no es una propuesta teórica, sino una práctica factible.
Enfoques desde diferentes temas.
En este sentido, un profesor de idiomas puede trabajar con videos de influencers para analizar discursos persuasivos, mientras que un profesor de estudios sociales puede explorar cómo se construyen las identidades o se representan los conflictos en memes y clips virales, conectando contenidos digitales con temas curriculares.
Dar a los estudiantes el rol de productor o analista de contenidos desarrolla una mayor conciencia de su papel en el ecosistema digital.
Plan de estudios y familia
Para que esta transformación avance es necesaria una alianza entre escuela y familia. Los docentes necesitan una formación específica en habilidades digitales críticas que vayan más allá de la gestión de software y les ayuden a comprender los lenguajes, las dinámicas y los riesgos inherentes al entorno digital. También es necesario incluir el análisis de contenidos digitales en la planificación curricular, promoviendo debates sobre cuestiones éticas y sociales presentes en las redes y utilizando rúbricas de pensamiento crítico.
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Por su parte, las familias pueden pasar de la censura o la indiferencia a la mediación activa. La conversación y la confianza familiar son pilares para desarrollar la autonomía digital. Preguntas como "¿Qué aprendiste hoy en TikTok?" o "¿Por qué crees que este influencer te está diciendo esto?" Abren un diálogo crucial.
De la pasividad a la participación
Enseñar comprensión de contenidos digitales no es una tarea opcional, sino una responsabilidad educativa urgente. La pedagogía del siglo XXI debe integrar los lenguajes, hábitos y dinámicas digitales que forman parte del entorno del niño y del adolescente, convirtiéndolos en herramientas educativas en las aulas del futuro.
La clave está en convertir el consumo en análisis, la reproducción en creación y la pasividad en participación consciente. De esta manera, será posible formar generaciones con la brújula intelectual necesaria para navegar en el vasto mundo digital con autonomía, criterio y compromiso cívico.
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