Según las previsiones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), a finales de este año 2025 alcanzaremos cifras récord en la aviación comercial, más de 5.000 millones de pasajeros en unos 40 millones de vuelos.
Sólo en España (gigante del turismo), la Red Española de Aeropuertos y Navegación Aérea (AENA) movió más de 183,3 millones de pasajeros en los primeros siete meses de 2025.
Es muy posible que hayas tomado uno de estos vuelos y seas de esas personas que se aburren o desaniman cuando les informan sobre las medidas de seguridad aérea y especialmente sobre la evacuación de emergencia del avión.
También habrás visto a pasajeros sentados en las salidas de emergencia que simplemente ignoran las instrucciones de la tripulación o incluso se dejan puestos los auriculares, se ponen una mascarilla o manipulan el móvil durante el despegue, justo lo que minutos antes les habían dicho que no hicieran.

El pasajero lee atentamente las instrucciones de evacuación en caso de emergencia. Makistock/Shutterstock
Si no estás muy asustado y bien informado quizás no te preocupes porque sabes que las posibilidades de morir en un accidente aéreo son realmente ínfimas. Pero esto no impide que una persona se abstenga de seguir las instrucciones de emergencia y evacuación.
Si nos falta motivación para comprender la importancia de una evacuación rápida y eficaz, bastaría con ver la película Sally, que cuenta la historia del aterrizaje forzoso en el río Hudson, en las afueras de Manhattan, poco después del despegue, y su posterior evacuación. En esta ocasión absolutamente todos los pasajeros del avión (155 personas) se salvaron sin mayores consecuencias.
Tráiler de la película Sally. El precio del comportamiento irracional
Pero el comportamiento y las características de los pasajeros pueden dificultar la evacuación de emergencia: el pánico, la ansiedad, los intentos de reclamar el equipaje y la diversidad física afectan significativamente la eficacia de la evacuación. En particular, el comportamiento irracional y la tendencia a recoger equipaje pueden retrasar significativamente la salida, como señalan algunos estudios.
Si hay evidencia científica de esto, ¿por qué no hacemos algo al respecto? Algunos números están ahí.
En primer lugar, todas las organizaciones internacionales se han olvidado de los viajeros a la hora de hacer recomendaciones de formación. La OACI (Organización de Aviación Civil Internacional) establece normas y métodos recomendados para la formación y la concesión de licencias; IATA - Asociación Internacional de Transporte Aéreo - desarrolla programas de capacitación estandarizados y manuales de buenas prácticas en la industria de la aviación; IFALPA - Federación Internacional de Pilotos de Líneas Aéreas - incide en cuestiones de seguridad y formación desde la perspectiva del piloto, y la OIT - Organización Internacional del Trabajo - establece directrices para el trabajo relacionado con la formación en transporte aéreo en algunos acuerdos. Pero todas estas normas y recomendaciones son para pilotos y tripulación, no está previsto absolutamente nada para los pasajeros.
Sin embargo, ya hemos hablado en otras ocasiones de la importancia de desarrollar una cultura de prevención amplia a nivel social para evitar los riesgos y sus consecuencias para la salud y la economía global.
Es necesario estar formado, no sólo informado.
Está más que consolidada la idea de que para gestionar un desastre la población en general (no sólo los profesionales) debe tener conocimientos y pautas de actuación adecuadas que no se pueden adquirir si no se realiza primero un trabajo pedagógico y de sensibilización continuo.
En segundo lugar, información no es formación. La información no es más que un conjunto de datos estructurados, transmitidos con una finalidad comunicativa, que no necesariamente implica un cambio en el comportamiento de quien la recibe.
Dependiendo de la motivación de la persona, la información penetrará en su psique y transformará su comportamiento o simplemente la oirá como quien oye la lluvia... Por otro lado, parafraseando al filósofo Hans-Georg Gadamer, la formación no es una mera acumulación de conocimientos, sino que implica su apropiación de un modo que nos forma y transforma.
Volviendo al tema que nos ocupa, las personas que necesitan ayuda durante el proceso de evacuación por peligro aéreo actualmente reciben solo información aleatoria que, en muchos casos, no tiene ningún impacto.
Además, no es descabellado pensar que quienes ocupan asientos de emergencia en los aviones deberían tener una formación previa mínima que les ayude a desempeñar mejor sus funciones en caso de necesidad.
La importancia del factor humano en la evacuación
Como hemos visto, investigaciones recientes destacan la importancia del factor humano a la hora de realizar una evacuación de emergencia, por lo que creemos que el entrenamiento en evacuación aérea es fundamental para maximizar la supervivencia en este tipo de situaciones, como ocurre en otros contextos de la vida cotidiana.
Evidentemente, se trataría de una formación muy sencilla, pero equiparable a la que se imparte en muchos otros contextos, especialmente en el ámbito escolar y laboral (educación para la salud en el caso de los estudiantes, formación en prevención de riesgos laborales para los trabajadores, primeros auxilios para todos…).
Esta formación debe incluir los procedimientos básicos a seguir en caso de emergencia mediante simulaciones realistas porque, como decíamos anteriormente, la formación no es sólo información, sino que debe promover el "saber hacer".
Está todo por construir, pero si la OACI fijara normas básicas en forma de recomendaciones, las grandes alianzas comerciales (Star, SkiTeam, OneWorld) darían prioridad a sentar en las salidas de emergencia a personas con esta formación mínima acreditada. Y si los estados lo promovieran patrocinándolo de alguna manera y comenzaran a capacitar a su personal de forma gratuita, en poco tiempo habría un número muy significativo de personas dispuestas y conscientes de cooperar en este tipo de situación.
Obviamente es sólo una idea, pero es una idea que podría salvarte la vida.
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