Ordinario y universal, el acto de escribir cambia el cerebro. Desde enviar un acalorado mensaje de texto hasta redactar un texto, escribir le permite expresar su dolor y distanciarse de él al mismo tiempo. Escribir puede cambiar su estado mental de abrumador y desesperado a una claridad sólida, un cambio que refleja resiliencia.
La psicología, los medios de comunicación y la industria del bienestar dan forma a la percepción del público sobre la resiliencia: los científicos sociales la estudian, los periodistas la celebran y las marcas de bienestar la venden.
En mi trabajo como profesora de estudios de escritura, exploro cómo las personas usan la escritura para afrontar el trauma y practicar la resiliencia. He sido testigo de cómo miles de estudiantes recurrieron a la palabra escrita para superar las emociones y encontrar un sentido de pertenencia. Sus hábitos de escritura sugieren que la escritura fomenta la resiliencia. Los conocimientos de la psicología y la neurociencia pueden ayudar a explicar cómo.
Escribir renueva el cerebro
En la década de 1980, el psicólogo James Pennbaker desarrolló una técnica terapéutica llamada escritura expresiva para ayudar a los pacientes a procesar el trauma y los desafíos psicológicos. Con esta técnica, escribir continuamente un diario sobre algo doloroso ayuda a crear una distancia mental de la experiencia y aligera su carga cognitiva.
En otras palabras, exteriorizar el estrés emocional a través de la escritura promueve la tranquilidad. La escritura expresiva convierte el dolor en un libro metafórico en el estante, listo para ser abierto nuevamente con intención. Le indica al cerebro: "Ya no tienes que usar esto".

A veces puedes escribir tu camino a través de emociones difíciles. Grace Cari/Momento vía Getty Images
Traducir emociones y pensamientos en palabras en papel es una tarea mental compleja. Implica recuperar recuerdos y planificar qué hacer con ellos, involucrando áreas del cerebro asociadas con la memoria y la toma de decisiones. También implica poner esos recuerdos en lenguaje, activando los sistemas visual y motor del cerebro.
Escribir cosas favorece la consolidación de la memoria: convierte los recuerdos de corto plazo en el cerebro en recuerdos de largo plazo. El proceso de integración permite a las personas replantear experiencias dolorosas y gestionar sus emociones. Básicamente, escribir puede ayudar a liberar la mente para estar en el aquí y ahora.
Tomar acción a través de la escritura
El estado de presencia que puede evocar la escritura no es sólo un sentimiento abstracto; refleja una actividad compleja en el sistema nervioso.
Los estudios de imágenes cerebrales muestran que expresar sentimientos con palabras ayuda a regular las emociones. Etiquetar las emociones, ya sea mediante malas palabras y emojis o palabras cuidadosamente elegidas, tiene múltiples beneficios. Calma la amígdala, un grupo de neuronas que detecta una amenaza y desencadena la respuesta de miedo: luchar, huir, congelarse o ponerse amarillo. También involucra la corteza prefrontal, la parte del cerebro que apoya el establecimiento de metas y la resolución de problemas.
En otras palabras, el simple hecho de nombrar tus emociones puede ayudarte a pasar de una reacción a una respuesta. En lugar de identificarse con sus sentimientos y confundirlos con hechos, escribir puede ayudarle simplemente a tomar conciencia de lo que está sucediendo y prepararse para una acción intencional.

Escribir en diferentes medios fomenta la reflexión. ljubaphoto/iStock vía Getty Images Plus
Incluso las tareas de escritura mundanas, como hacer una lista de tareas pendientes, estimulan las partes del cerebro involucradas en el razonamiento y la toma de decisiones, lo que le ayuda a recuperar la concentración.
Dar sentido a través de la escritura
Elegir escribir es también elegir significado. Los estudios sugieren que un sentido de agencia es a la vez un requisito previo para la escritura y la producción.
Los investigadores han documentado durante mucho tiempo que la escritura es una actividad cognitiva que la gente utiliza para comunicarse, sí, pero también para comprender la experiencia humana. Como reconocen muchos en el campo de los estudios de escritura, la escritura es una forma de pensar, una práctica que la gente nunca deja de aprender. Además, la escritura tiene el potencial de remodelar la mente constantemente. La escritura no sólo expresa sino que crea activamente identidad.
La escritura también regula tu estado mental. Y las palabras que usted escribe son en sí mismas una prueba de regulación, una prueba de resiliencia.
Desarrollar la resiliencia a través de la escritura
Estos consejos basados en investigaciones pueden ayudarle a desarrollar una práctica de escritura que conduzca a la resiliencia:
1. Escribe a mano siempre que sea posible. A diferencia de escribir o tocar un dispositivo, escribir a mano requiere una mayor coordinación cognitiva. Ralentiza tu pensamiento, permitiéndote procesar información, hacer conexiones y crear significado.
2. Escribe diariamente. Empiece poco a poco y hágalo regular. Incluso escribir notas breves sobre su día (lo que sucedió, lo que siente, lo que planea o pretende) puede ayudarlo a sacar sus pensamientos de su cabeza y facilitarle el pensamiento.
3. Escribe antes de actuar. Cuando surjan sentimientos fuertes, escríbalos primero. Mantenga un cuaderno a mano y acostúmbrese a escribirlo antes de decirlo. Puede apoyar el pensamiento reflexivo, ayudándole a actuar con propósito y claridad.
4. Escribe una carta que nunca envíes. No se limite a escribir sus sentimientos: diríjalos a la persona o situación que le molesta. Incluso escribirte una carta a ti mismo puede brindarte un espacio seguro para desahogarte sin la presión de la reacción de otra persona.
5. Trate la escritura como un proceso. Cada vez que redactas algo y pides comentarios al respecto, practicas dar un paso atrás para considerar perspectivas alternativas. Aplicar esa retroalimentación a través de la revisión puede fortalecer la autoconciencia y generar confianza.
El acto de escribir es una adaptación en proceso.
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