Lola, de 76 años, regresó a casa después de la caminata de la mañana cuando apareció el oscurecimiento. Después de ingresar al ascensor, la luz parpadeó de una vez y de inmediato, todo se dejó en la oscuridad absoluta. El honor entre el tercer y cuarto piso, Lola presionó el botón de emergencia varias veces, pero no hubo respuesta. Su teléfono móvil no tenía cobertura.
Sin saber cuánto tiempo permanecerá allí sin referencias externas, comenzó a sentir que el aire se puso pesado y pensó en el pánico lleno de gente en su cabeza. ¿Cómo pasaron las horas, la falta de control y los sentimientos de vulnerabilidad? Recordó haber leído sobre la importancia de mantener la calma, pero la oscuridad cerrada y el silencio absoluto convirtieron cada minuto en una prueba de resistencia psicológica.
Historia Lola, vivió para cientos de personas como resultado de un tensión histórica, que afectó a España y Portugal, por ejemplo, ya que este tipo de accidente trae vulnerabilidades humanas ligeras que la psicología puede ayudarnos a comprender. Una prueba extrema y desde un punto de vista físico y emocional.
El primer minuto es crítico
En general, tales episodios están asociados con un estrés agudo que impulsa el pánico tres factores relevantes: aislamiento, oscuridad (si no hay luz eléctrica) y pérdida de control. Dado que está bloqueado en el elevador, implica mucho más que la inmovilización: interrumpe la percepción normal del tiempo y el espacio, creando un entorno adecuado para respuestas emocionales extremas.
Un poco de alojamiento cerrado, oscuridad repentina e incapacidad para contactar al exterior de los conjuntos de estímulo que favorecen la apariencia de claustrofobia, ataques de pánico y disociación.
El primer minuto suele ser crítico: un individuo evalúa rápidamente si tiene control sobre la situación. Cuando no lo es, debido a una desventaja de un botón de emergencia o un botón de comunicación, comienza una respuesta aguda al estrés. Permanece a tiempo, ejecutando el estado de advertencia.
Del modelo pionero de estrés propuesto por el fisionólogo y el austrohungal Medical Hans Selie en 1956. Años, se entiende que cualquier cambio repentino o amenaza percibida activa la alarma en el cuerpo. Esta reacción no solo es psicológica, sino también fisiológica intensamente, moviliza una serie de mecanismos de garantía automática diseñados evolutivamente.
"Respuesta de lucha o vuelo"
Entonces, cuando una persona se enfrenta a una situación inesperada y potencialmente peligrosa de esta naturaleza, su sistema nervioso autónomo activa el eje hipotalámico-pipofiseal-nagudjet (HPA), lo que impulsa una serie de cambios bioquímicos rápidos.
En primer lugar, hay un aumento en la adrenalina y las norepinefrinas, el neurotransmisor que prepara el cuerpo para la respuesta de "combatir o escapar". A cambio, esta reacción genera taquicardia, altura de la presión arterial, sudoración en la libertad condicional y, en muchos casos, hiperventilación.
Paralelamente, a nivel cognitivo, la mente comienza a actuar bajo un patrón hiperal, centrándose en las señales de amenazas y reduciendo la capacidad de realizar evaluaciones racionales de la situación.
Este procedimiento conocido como activación del sistema de respuesta aguda sobre el estrés, el adaptiv está en peligro físico directo, pero puede ser disfuncional en entornos en los que se observó la amenaza que real, como la atenuación urbana o el cierre de transición.
La incapacidad de liberar esta energía por acción física (por ejemplo, escape) provoca la acumulación interna de la tensión emocional y fisiológica, lo que aumenta el riesgo de desarrollar una respuesta de pánico.
En un contexto específico de tensión duradera con personas atrapadas en ascensores, se observó que si el estímulo de las amenazas durante el tiempo aún no se da cuenta de la situación adactiva, el cuerpo puede ingresar al estado de hiperactivación fisiológica. Esta activación permanente del sistema de respuesta al estrés aumenta la vulnerabilidad al desarrollo de trastornos, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos de ansiedad relacionada.
Por lo tanto, la comprensión de esta cadena psicofisiológica es esencial para el diseño de intervenciones efectivas, tanto durante el momento crítico (mientras que la persona aún está atrapada) y luego facilitó la recuperación. Restaurar la sensación del control interno y la seguridad se convierte en un factor clave para fortalecer la resistencia emocional a los eventos e interrupciones de encarcelamiento extremo.
Factores agravantes
En resumen, las personas atrapadas durante la caída en el suministro de electricidad experimentaron una combinación de factores que, juntos, alcanzan la aparición de respuestas de pánico. La oscuridad repentina y total canceló las referencias visuales básicas, lo que aumentó la percepción de la vulnerabilidad y el aislamiento.
Al mismo tiempo, la incapacidad de comunicarse con un aumento de la incertidumbre externa sobre la gravedad de la situación, activar pensamientos catastróficos relacionados con el rescate y el trabajo por cuenta propia. Se agregó bienes raíces forzadas a esto: la incapacidad de moverse o los cambios ambientales activos se amplifican por la sensación de pérdida absoluta de control, un desencadenante clásico para reacciones de pánico extremas.
En este tipo de situación, la respuesta emocional también puede depender de si la persona está sola o seguida. En algunos casos, la presencia de otros afectados puede favorecer la cooperación, el apoyo mutuo y las regulaciones emocionales.
Sin embargo, si uno de los individuos da pánico, su estado puede llegar a otros rápidamente, mejorando la crisis colectiva. Por lo tanto, el medio ambiente, pequeño, cerrado y sucumbe a múltiples estresores, se convierte en un escenario adecuado para la escalada emocional no controlada si no se interviene adecuadamente.
Llamar para fortalecer la resiliencia
Además, la experiencia debe entenderse como un llamado a la atención a la resistencia de la ciudad. No es suficiente diseñar sistemas de alta eficiencia: necesita escenarios de falla extrema y preparar tanto la infraestructura como las personas para reaccionar de manera efectiva.
De hecho, las sociedades resistentes no solo resisten los choques, sino que también los aprenden y fortalecen. Por lo tanto, la inclusión de protocolos urbanos y la creación de formaciones básicas en la autorregulación emocional contra emergencias extraordinarias fueron medidas tan cruciales y técnicas en los sistemas de rescate.
Dado que la situación atrapada durante horas en el ascensor no es solo un accidente técnico, sino un profundo desafío humano. Oscuridad, aislamiento y falta de control probando cualquier estabilidad emocional. Desde la psicología, comprender estas reacciones le permite diseñar un mejor sistema de prevención, acompañante y recuperación.
En la próxima emergencia, más que la tecnología, será nuestra preparación interna la que tiene una diferencia.
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