Las ciudades siempre han sido sinónimo de civilización. Desde las magníficas ciudades de Mesopotamia y Egipto hasta Carsko Roma, el urbanismo ocupó un lugar predominante en la gestión del gobierno. En Europa, los cambios urbanos en el siglo XIX patrocinaron el movimiento de higiene, las ciudades se transformaron drásticamente, organizadas alrededor del núcleo central rodeado por un periferio de gasto constante. Este modelo radial y centrífuga todavía está en vigor hoy, aunque con la nueva dinámica.
Las ciudades son el epicentro de la vida moderna porque se transmiten mejores oportunidades de desarrollo individual. Sin embargo, para muchas personas con enfermedades crónicas como la fibromialgia, puede haber una fuente de sufrimiento constante.
¿Cómo es posible que el entorno en el que vivimos pueda influir en nuestra salud?
La fibromialgia es una enfermedad caracterizada por dolor muscular crónico, fatiga y problemas con el sueño. Está conectado al estrés y afecta principalmente a las mujeres. Estudios recientes han demostrado que un entorno urbano puede deteriorar sus síntomas, lo que hace que un territorio enemigo de la ciudad para aquellos que sufren de estas y otras patologías invisibles.
Ciudad como factor de inflamación y dolor
La neurociencia mostró que cuando un hombre vive aislado en su casa en la ciudad, su cerebro activa la misma superficie cerebral involucrada en el dolor físico. La ausencia de áreas verdes, cuyos efectos positivos probados sobre el estrés y la inflamación se agregan a esto.
En comparación con las personas que viven en áreas rurales, que viven en entornos urbanos como se describe tiene un mayor nivel de cortisol, la hormona del estrés, que exacerba la percepción del dolor.
Como si no fuera suficiente, la contaminación del aire, el ruido y la hiperconectividad digital crean una sobrecarga sensorial que mantiene el sistema nervioso en un estado constante de advertencia nada saludable. Este hipervigilante es común en personas con fibromialgia y causa una mayor sensibilidad al dolor.
La contaminación también se asocia con una mayor frecuencia de enfermedades inflamatorias crónicas, incluidas las que afectan los sistemas musculares y neurológicos.
Cuando la ciudad no duele más que otros
Todos estos factores afectan, sobre todo, las mujeres. Esto no solo es más probable que desarrolle enfermedades crónicas como la fibromialgia, sino que también generalmente los cuidadores importantes para sus familias, lo que aumenta su carga de estrés.
Los estudios realizados en las áreas urbanas han demostrado que las mujeres corren el riesgo de exclusión y especialmente aquellas con poco apoyo social, informan una mayor intensidad de dolor y mala calidad de vida.
En la misma línea, otra investigación realizada en varias ciudades europeas encontró que las personas que viven en vecindarios con menor accesibilidad de infraestructura de apoyo social y áreas verdes tienen tasas más altas de ansiedad y depresión.
Además, las mujeres pueden ser más vulnerables a un impacto negativo del medio ambiente debido al exceso de trabajo no remunerado y el acceso limitado a los recursos de la socio-salud en los lugares más alejados del centro de la ciudad.
Esto plantea nuevos desafíos. ¿Cómo podemos rediseñar nuestras ciudades para que estas desigualdades de género no aumenten?
Soluciones urbanas para la salud integral
Si la ciudad puede enfermarse, también podemos curarnos. La última vez que el diseño urbano comenzó, aunque es hora, incluir estrategias que promuevan la salud física y mental de sus habitantes.
Algunas de las propuestas más innovadoras son aquellas que tienen conexiones con la infraestructura asequible. Cities como Singapur y Copenhague (Dinamarca) lanzaron los programas "Ciudad Verde", que demostró mejorar la salud mental de sus ciudadanos.
La inclusión de parques ecológicos, jardines y pasillos reduce el nivel de estrés y mejora la calidad de vida de las personas con dolor crónico. También hay proyectos piloto, como jardines verticales y techos verdes, que pueden proporcionar beneficios similares a los parques urbanos. Tienen una ventaja adicional de que no requieren grandes espacios de instalación.
En ciudades como París, la creación de Supermanzan puede reducir el tráfico y mejorar la calidad del aire, lo que contribuye a aumentar la calidad del sueño y reducir la inflamación crónica. En otras ciudades europeas, se propone que todos los servicios esenciales están disponibles en poco tiempo a pie o en bicicleta, lo que reduce el estrés obtenido de los desplazamientos largos. El ejemplo es el modelo de "15 minutos", como en el caso de "Cuarto completo" Portland o "Superisslas" Barcelona.
Las ventajas de convertir las ciudades enemigas en el transporte público procesado y eficiente son diversas. Por ejemplo, afecta la salud de los ciudadanos al reducir la fatiga y los boles relacionados con el estrés del tráfico. Del mismo modo, los lugares, bibliotecas y centros de la comunidad fortalecen la sensación de pertenencia y la reducción de el aislamiento social, que mitiga el impacto en el dolor crónico. En pacientes con fibromialgia, el acceso a los programas de apoyo psicológico y articular en entornos urbanos mostró efectos positivos en la percepción de la buena voluntad.
Según una ciudad que sea saludable
La relación entre el urbanismo y la salud es un campo que merece más atención en el diseño de nuestras ciudades.
Necesitamos revisar los espacios que vivimos y su influencia en nuestro bienestar si nos esforzamos por vivir en sociedades más saludables e igualitarias.
La ciudad no tiene que ser sinónimo de sufrimiento. Con los cambios apropiados, puede convertirse en un entorno que alivia el dolor en lugar de empeorar. Es hora de priorizar el beneficio humano en la planificación urbana y reconocer que la salud no solo depende de la medicina, sino también del entorno en el que vivimos.
0 Comentarios