El 9 de octubre de 2025, Italia dio un paso sin precedentes al aprobar una ley que reconoce la obesidad como una enfermedad crónica, progresiva y recurrente. La ley entró en vigor el 25 de octubre.
Hasta la fecha, ningún otro país europeo ha adoptado una ley nacional que reconozca la obesidad con tanta amplitud: como una enfermedad crónica con garantías específicas de prevención, tratamiento y seguimiento incluidas en la salud pública.
Algunos países europeos han dado pasos en la misma dirección. El Despacho portugués 12634/2023, aprobado en diciembre de 2023, implementó un modelo de atención integrada para la prevención y el tratamiento de la obesidad dentro de su servicio nacional de salud. Aunque no es una ley, define la obesidad como un problema crónico de salud pública y fortalece las redes de tratamiento especializado.
El Bundestag alemán reconoció la obesidad como una enfermedad médica y social en 2020, como parte de su Estrategia Nacional sobre Diabetes. Sin embargo, esto no incluía un marco legal para garantizar beneficios o cobertura de salud específicos.
Aunque el Reino Unido también carece de una legislación como la de Italia, su Servicio Nacional de Salud clasifica la obesidad como una condición crónica y urgente, con énfasis en la prevención y el tratamiento a largo plazo.
Un problema estructural, no individual
La nueva legislación italiana, a la que The Lancet Diabetes & Endocrinology ha dedicado varias páginas en su número de octubre de 2025, marca un punto de inflexión en Europa. Fue la primera en incorporar la visión médica y social moderna de la obesidad en la ley al más alto nivel.
Durante décadas, la acumulación anormal de grasa en el cuerpo se consideró como resultado de malos hábitos, falta de disciplina o malas elecciones dietéticas. Sin embargo, la evidencia científica ha demostrado que sus orígenes son complejos, resultantes de interacciones entre factores genéticos, ambientales, metabólicos y sociales.
La nueva legislación italiana acoge esta visión moderna y rompe así el estigma que ha afectado a millones de personas. Reconocer la obesidad como una enfermedad también significa reconocer que requiere atención médica especializada, no juicio moral.
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Una epidemia silenciosa
La Organización Mundial de la Salud describe la obesidad como una "epidemia global en aumento" y ha llamado a su prevalencia mundial "globusidad". El Atlas Mundial de Obesidad 2025 estima que la prevalencia global de la enfermedad aumentará en más de un 115% entre 2010 y 2030.
Sin mejores medidas de prevención y tratamiento, el costo económico podría alcanzar los 4,32 billones de dólares anuales para 2035, casi el 3% del PIB mundial. Esta cifra es comparable al impacto de la COVID-19 en 2020 o al cambio climático actual.
Este problema no se limita a la salud individual: se asocia con un aumento significativo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y oncológicas. Los investigadores incluso han acuñado un nuevo término, adiponosis, para describir la relación entre el exceso de tejido adiposo (tejido graso) y el desarrollo de hasta 13 tipos de cáncer.
Aparte de la atención médica
Al reconocer la obesidad como una enfermedad crónica con implicaciones sanitarias, sociales y económicas, la legislación italiana también promueve políticas integradas para su prevención y tratamiento. Su enfoque combina prevención, educación, investigación y asistencia a través de la creación de un programa nacional y un observatorio especializado.
Entre sus disposiciones, promueve campañas informativas y educativas sobre alimentación saludable y actividad física, así como iniciativas comunitarias y escolares encaminadas a crear un entorno que fomente un estilo de vida saludable. Aunque no incluye medidas fiscales o de etiquetado, la norma sienta las bases para una estrategia nacional en muchos sectores diferentes.
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Un cambio de mentalidad
El reconocimiento de la obesidad como una enfermedad crónica con consecuencias sociales y de salud marca un cambio simbólico importante, ya que los afectados ahora son considerados sujetos de derechos de salud, merecedores de atención y respeto. La nueva norma promueve la educación, la sensibilización y la formación profesional para mejorar la comprensión social del problema. Su objetivo es reducir el estigma y fomentar una visión más sensible y estructurada de la obesidad.
El reconocimiento oficial puede ayudar a cambiar el discurso público al promover la empatía y la comprensión en lugar del juicio y la culpa.
El desafío ahora es implementar de manera efectiva y sostenible estas nuevas medidas, asegurando la coordinación entre instituciones y el seguimiento continuo de los resultados. Si el modelo italiano tiene éxito, podría inspirar una transformación en la forma en que se entiende y aborda la obesidad en todo el mundo.
Como concluyen los autores de la nota de The Lancet: "Las estrategias de salud pública específicas propuestas por el gobierno italiano representan un paso clave para reducir los costos de tratamiento y frenar la mortalidad".
En un momento en el que las enfermedades crónicas amenazan el futuro mismo de nuestros sistemas de salud, reconocer la obesidad como una enfermedad que debe ser tratada por nutricionistas es, ante todo, un acto de realismo y justicia sanitaria.

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