Los robots llenan los titulares cuando nos imitan: hablan con voz casi humana, escriben textos que se parecen a nuestras emociones o "leen" en la pantalla. Pero el salto que es realmente importante es: dejar de copiarnos, diseñar oportunidades que sorprendan nuestras grietas (acciones, sesgo, fatiga) y maquinaria y valores para su influencia en las personas.
Robótica cognitiva: ¿personas digitales?
Tal vez, si nos cuentan sobre el robot cognitivo, no sabemos qué es. Pero debemos haber leído algunas noticias Neuralink, la compañía Elona Musk, que se esfuerza por conectar cerebros y computadoras; O vimos a Android que bailan torpemente, o conociendo robots de Amazon que pasan por los almacenes cargados de paquetes.
La robótica cognitiva busca darle a una máquina más que fuerza y precisión: habilidades similares a las de las personas o los animales. No se trata solo de mover motocicletas y sensores, sino que pueden experimentar, recuerdan, aprenden, predicen y se adaptan cuando las cosas cambian. Su objetivo es pasar del "robot repetitivo" que entiende el contexto. Para hacer esto, integra disciplinas como la inteligencia artificial, las ciencias cognitivas o la biología.
Tambores y prótesis cerebrales
Hay estrategias muy diferentes dentro de este campo. Por ejemplo, Roy Robotics, inspirado en hormigas o abejas, los estudios como robots simples logran lo que uno no puede lograr solo: del dron coordinado en máquinas de rescate que distribuyen tareas en el almacén.
En cambio, los enfoques como la neurorbit o la robótica de desarrollo buscan imitar el conocimiento humano, modelar el cerebro o la copia de los mecanismos de aprendizaje de los niños.
Lo que comenzó como un desafío académico ya deja laboratorios. Vemos robots sociales en las aulas y hospitales, enjambres en la industria de la logística o prótesis que se controlan con señales cerebrales. Avanzan, pero con las fronteras: todavía dependen del entorno controlado, carecen de "sentido común" y no generalizan lo que aprendieron bien.
Sin embargo, en nuestra investigación, elegimos mirar en otra dirección. Además de resolver cada obstáculo técnico, configuramos: ¿realmente nos beneficia que los robots nos parecen mucho?
El lugar ciego del antropocentrismo
Medimos el progreso en robótica con un palo muy concreto durante décadas: ¿se parece a nosotros? Hablamos sobre el razonamiento o las armas "humanos", casi humanos "tan calificados como la nuestra". Pero la similitud no garantiza el impacto en el trabajo real o el cuidado de los contextos. Y hay una trampa: si nos esforzamos por copiar humanos, también copiamos sus fronteras.
Consideremos tareas críticas que requieren supervisión constante: las personas no pueden predecir. La atención apoyada se derrumba con el tiempo y el rendimiento. No podemos olvidar que un hombre está cansado.
Nuestro sesgo cognitivo se agregan a esto. Estamos inclinados a confirmar hipótesis anteriores, a creer demasiado cuando la herramienta a menudo es correcta o ignora las señales contradictorias. Se conoce el resultado: evitar errores y decisiones poco confiables.
Un estudio reciente que analiza sistemáticamente los campos de robótica cognitiva y colaboraciones humanas-robots en la misma dirección: cuestiones de conocimiento (aprendizaje, predicción, intención) y cooperación (tarea, control, seguridad, autoconfianza, confianza), pero trabajan en caminos separados. Los hallazgos clave indican que, aunque el progreso de la robótica cognitiva ha dado sistemas más exigibles y adaptables, se integra eficientemente en la cooperación en la cooperación con las personas sigue siendo un desafío.
Si el estándar de éxito del robot cognitivo es "se parece a nosotros", eventualmente heredará exactamente las mismas debilidades. Y si hablamos de cooperación con las personas, no parece ser el escenario más deseable.

La imagen del robot humanoide está anclada en la imaginación colectiva, pero puede no ser tan necesaria en la práctica. Taiki Ishikawa / Nezina, CC heredará fallas en resolverlos
Si copia el robot humano, el robot heredan nuestras debilidades, cambie la pregunta: ¿Qué puede contribuir con precisión el robot de que no era humano? Comencemos desde sus restricciones reales (cuidado, sesgo, fatiga, carga física ...) y les dé a los robots las habilidades que las provocan.
Esta misma preocupación respondió a otros autores con propuestas como "Super Fuerzas robóticas", desarrollada por Robin Neuhaus, un experto en diseño de interacción humana.
Hay tres familias visualizan fácilmente "Super Fuerzas". Los físicos implican que los robots no sienten dolor ni fatiga y mantienen una precisión constante. Sirven, por ejemplo, mantienen tareas largas y delicadas sin perder pulso o ritmo.
Por otro lado, cognitivo les da una necesidad cero para competir, infinita paciencia y contener enfoque. Pueden repetir las instrucciones cien veces sin perturbar, buscando la confirmación cuando algo es ambiguo y no tiene nada tan personal.
Finalmente, tenemos un súper poder comunicativo: expresan sin ambigüedades o lecturas dobles, no discriminan ni ofenden. Traducen estados internos complejos en mensajes simples y oportunos (lo que sucede, por qué es importante y cuál es el siguiente paso), lo que elimina los malentendidos.

El esquema de 'Super Force' o aquellas capacidades en las que los robots podrían cubrir nuestras debilidades. Arriba Osa Arzuaga. Aliado
Este giro no es tan tecnológico y metodológico. Ya existen piezas técnicas. Es necesario cambiar el punto de partida: diseño de personas, no desde el potencial de la máquina. Solo de esta manera podemos hablar sobre robots que realmente se centraron en el hombre: definido por nuestras necesidades, codificados con aquellos que los usan y evalúan su influencia en el trabajo, la seguridad y el bien.
Continúe con los espejos de construcción solo heredando nuestras grietas. Si queremos que los robots nos ayuden realmente, cambie el guión: superpotencia útil antes del brillante "casi humano".
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