¿Recuerdas esos veranos infantiles que parecían eternos? Días interminables jugando en la calle, disfrutando de amigos, noches que se extienden entre juegos y risas. Sin embargo, al crecer y el resto, las vacaciones parecen no ser nada Último.
Como escribió Marcel Proust, "el tiempo, que cambia a las personas, no cambia la imagen que le quedamos de ellos". Quizás lo mismo ocurre con el verano: no es que cambiaran, sino que tanto tú como tú los estamos experimentando de otra manera.
Percepciones subjetivas del tiempo
El clima está objetivamente, marcado con reloj y calendario. Pero su experiencia es profundamente subjetiva.
En The Before Dawn (Linklater, 1995), una noche en Viena parece expandirse hasta que se convierta el universo completo de la memoria. La película ilustra cómo la intensidad emocional y la novedad se transforman varias horas en una amplia experiencia en la vida.

Una foto de la película antes del amanecer, una metáfora de cuánto tiempo se puede estirar. Fotos de Columbia.
Nuestro cerebro no experimenta el paso de las horas lineales, sino sobre la base de una nueva menor atención y memoria. Vivimos nuevas experiencias, más información que almacenamos y, por lo tanto, el tiempo se experimenta más tiempo.
Durante la infancia, todo es un descubrimiento: amigos, juegos, lugares. Cada verano está lleno de "primera vez". El cerebro infantil puede aprender constantemente, saturado con el procesamiento de estímulos y registrado. Esta abundancia de experiencias crea la impresión de que los días son extensos y diversos.
Con los años, el cerebro se acostumbra y debe asistir a múltiples preocupaciones y decisiones. Ya no registra tantos detalles porque reconoce a los buenos cervezas. Hay menos noticias, los recuerdos son escasos y lo que queda en la memoria es un resumen simplificado de toda la semana. Entonces, cuando miramos hacia atrás, sentimos que el "verano voló".
Atención versus estrés
La forma en que manejamos la atención también afecta. Los adultos generalmente viven volando con prisa: planificación de viajes, trabajo antes y después de descanso para cubrir tareas, asistir a la familia. Esta fracción mental reduce la capacidad de disfrutar del presente. Cuando la atención se dispersa, el cerebro se ocupa de menos detalles y días se siente más corto. Es normal para un adulto, cuando comienza el verano, tarde entre 2 y 3 días antes de que se sienta completamente en modo de descanso.
En cambio, los niños tienen la oportunidad de sumergirse completamente en la actividad. Por la tarde en una piscina o en un partido de fútbol improvisado, los absorben de tal manera que se registra cada momento. La intensidad de esta amplia experiencia de sentimientos temporales.
Vacaciones para niños
La psicología cognitiva ha investigado este fenómeno durante décadas. William James, quien consideró el padre de la psicología moderna, pero señaló en 1890. El año que la novedad fue clave en la percepción del tiempo. Estudios de neurociencia recientes confirman que la dopamina (neurotransmisor asociado con el aprendizaje y el premio) se libera más intensamente cuando enfrentamos nuevas experiencias. Esta descarga favorece los recuerdos que codifican y extienden el sentimiento de tiempo.
Un experimento interesante ha demostrado que, cuando los adultos ya están solicitados para evaluar la duración de la misma actividad divertida, los pequeños tienden a decir más. Esto sugiere que no solo la memoria posterior, sino también la experiencia inmediata, está experimentando de manera diferente a la edad.
Los estudios muestran que las vacaciones son necesarias para pequeños y ancianos. Esto se debe a que, cuando interrumpimos nuestra rutina, abrimos espacios para nutrir nuevos lugares, perspectivas y traemos creatividad. Por lo tanto, el descanso y la exclusión contribuyen a mejorar el rendimiento cognitivo.
Cabe señalar que las interrupciones cortas lejos del hogar y el trabajo pueden estar inquietas que el descanso más largo. Además, el contacto con la naturaleza, la realización de actividades locales o varias prácticas culturales ayudan a mejorar las conexiones familiares y sociales. De esta manera, cuando volvemos a descansar, generalmente experimentamos una sensación bien, que nos permita continuar el curso o trabajar con más deseo.
Cómo vivir para siempre verano
Si los días de vacaciones evitan nuestras manos, podemos aprender de la infancia y buscar estrategias para "estirarlas". O incluso hacerlos "presentes" de lunes a viernes. No se trata de agregar más días al calendario, sino enriquecerlos con ideas como:
Romper la rutina: pruebe nuevas actividades, visite lugares desconocidos, aprenda algo diferente. La novedad genera recuerdos y una amplia sensación de tiempo.
Viviendo el presente: ejercer atención total (cuidado) ayuda a la percepción de pase lento.
Reduzca la prisa: organice los días de descanso para evitar programas sobrecargados. A veces, menos planes significan más disfrute.
Grabación de experiencias agradables: escriba periódicos o pinta cuando estamos en una rutina de motores estresante y cuando nos sentimos, y cuando nos sentimos, y cuando miramos hacia atrás, y cuando miramos, y cuando sentimos, y cuando sentimos, y cuando miramos hacia atrás, y cuando miramos hacia atrás, y cuando sentimos el tiempo y cuándo nos sentimos.
La mirada final
Summers no ha cambiado la duración. Somos que los eliminamos de manera diferente. Los niños los convierten en el mundo de los descubrimientos, mientras que la vista de los adultos disminuye en los soportes cortos en la rutina anual.
Quizás la clave para recuperar esa apariencia infantil: abrir en un inesperado, vivimos con intensidad y permitimos la huella todos los días. Después de todo, lo que da el tiempo no son los relojes, sino la riqueza de la vida.
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