En los últimos años, la práctica conocida como "establecer dopamina" se volvió moderna. Según sus promotores, evitando temporalmente actividades agradables como redes sociales, videojuegos o incluso contacto social "reinicia" el cerebro, reduce la impulsividad y el regreso a la motivación.
Pero esta idea, aunque suena moderna y científica, no tiene apoyo en la neurociencia actual.
Dopamina: ¿Qué es y para qué es
La dopamina es un neurotransmisor. Es, un químico utilizado por las neuronas para comunicarse entre sí. Participe en muchas funciones cerebrales: movimiento, toma de decisiones, atención, memoria y, de manera respetuosa, un sistema de recompensas.
Aquí es apropiado aclarar un malentendido frecuente: la dopamina no es una "molécula de placer", porque a menudo se describe en los medios. Su función principal no vive en sentirse bien, sino en anticipación de los premios y motivándonos a actuar. Se han demostrado que los estudios neurocientiales se activan incluso antes de que nos satisfaciéramos, no solo cuando la recibimos.
Además, no solo para ser liberado antes de los estímulos agradables. También participa en situaciones de aprendizaje, incertidumbre o estrés. Es un signo de relevancia, no una fuente directa de euforia y es esencial para procesos básicos como la toma de decisiones, adaptarse al medio ambiente y aprender de la experiencia.
De hecho, algunas de sus funciones más críticas no tienen nada que ver con el placer. Por ejemplo, en la enfermedad de Parkinson, un trastorno neurodegenerativo, la causa principal es la pérdida de neuronas dopaminérgicas (aquellos que usan dopamina como transmisor) en una sustancia negra calculada con cerebro, lo que afecta directamente el control de movimiento.
Esto ilustra cómo este neurotransmitador cumple con los roles básicos en la fisiología humana y por qué lo reduce artificialmente no es poco convivente, pero potencialmente dañino si su papel se malinterpreta.
¿Puedes "ayunar" con dopamina?
La idea de la publicación sugiere que exponer constantemente estímulos agradables (como redes sociales, alimentos ultra tratados o diversión digital) para saturar nuestro cerebro de dopamina. Supuestamente, causaría cierta fatiga neuroquímica, que solo puede revertirse absteniéndose de estos estímulos en algún momento.
Es profundamente mal desarrollado. Para empezar, el cerebro no "llena" o "vacía" de la dopamina parecía ser un depósito. Su producción y lanzamiento es un proceso dinámico y regulado internamente. No hay evidencia de que actividades como la serie de videos o comer chocolate creen niveles peligrosos o "tóxicos" de dopamina.
Solo ciertas drogas, como la cocaína o las anfetaminas, pueden cambiar significativamente al funcionamiento del sistema dopaminérgico cuando interfiere directamente con recurrente o liberación de neurotransmisores. Pero ese no es el caso de las actividades cotidianas. Las revisiones científicas hablan claramente: los cambios dopaminérgicos de la más alta calidad ocurren en el contexto de la adicción a las sustancias, no en el uso de redes sociales o videojuegos.
También es importante comprender que la dopamina no puede "apagarse" voluntariamente. Esto es necesario para funciones como el control del motor (por lo que se incluye en Parkinson) y la regulación del estado de ánimo. Intentar "disminuir" la abstinencia puede ser al menos una mala metáfora. Y en el peor de los casos puede conducir a prácticas rígidas y poco saludables.
De un valle de silicio al mundo
El término post dopamina se hizo popular en 2019. años, especialmente en los círculos tecnológicos del valle de Silicon. Uno de sus primeros promotores fue un psicólogo Cameron Sepah, quien sugirió restringir los estímulos compulsivos como parte de una estrategia de comportamiento. Pero el concepto pronto se distorsionó en las redes sociales, convirtiéndose en una especie de "desintoxicación" neural.
La idea era atractiva. En parte, porque combina la auto-forrativa con una buena estética minimalista. En parte, porque da una explicación aparentemente científica de la incomodidad real: fatiga digital, agotamiento siempre conectado. Y en parte, porque ofrece una promesa simple, y falsa, que podemos "reiniciar" con unos pocos días de abstinencia.
Además, el discurso encaja en una lógica productiva que aprecia la eficiencia sobre el placer. El placer se presenta como el enemigo de la atención y el rendimiento, no como una parte necesaria del equilibrio psicológico. Esta visión reductora del bien puede conducir a una relación disfuncional con actividades diarias que no son problemáticas en ellas.
¿Tiene algún valor para dejar ciertos estímulos?
Reducir el uso compulsivo del móvil, la restricción del tiempo frente a la pantalla o evitar el consumo excesivo de alimentos ultrafrocesados puede mejorar la calidad de vida. Pero no porque estemos "curando" nuestro sistema de dopamina, sino porque regulamos los hábitos que pueden interferir con nuestro bien diario.
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Tome pausas, vuelva a conectar nuevamente con atención significativa y práctica o establecer límites tecnológicos son estrategias útiles. Sin embargo, sus efectos son la psicología mejor explicada del comportamiento y el manejo del tiempo, y no de la supuesta desintoxicación neuroquímica.
Y, de hecho, el peligro de esta moda es que pueden conducir a restricciones innecesarias o en relaciones criminales con placer.
Ciencia frente a los mitos
Post Dopamina es otro ejemplo de cómo la buena cultura, el consumo a menudo aprecia las condiciones científicas para las soluciones que simplifican las ventas. Palabras como "neurotransmisor", "recompensas" o "restablecen el cerebro" técnicas de sonido, pero se usan fuera de contexto, sin un estricto o soporte.
La neurociencia no debe exagerar para ser relevante. Nos permite comprender cómo tomamos decisiones, ¿por qué repetimos ciertos hábitos o cómo funciona la motivación? Pero nos recuerda que no hay atajos mágicos o fórmulas universales para vivir mejor.
No tenemos que dejar de experimentar el placer de cuidar nuestro cerebro. Lo que necesitamos es comprender cómo funciona, adoptar hábitos sostenibles y evitar caer en soluciones milagrosas.
Aunque llamar "dopamina rápido" en una pausa digital puede sonar moderno, no es más científico de lo que llama "interrupción consciente de la conexión". Y de hecho, probablemente sea más saludable hacerlo sin mitos en el medio.
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