Por lo general, generalmente conectamos el acto de los platos con una necesidad fisiológica y psicológica, pero también es una experiencia profundamente agradable. Sin embargo, ¿qué sucede cuando esa alegría desaparece? ¿Cómo se aplica al exceso de grasa corporal? Una investigación internacional que se ha publicado recientemente en la revista Nature ha revelado un mecanismo cerebral que podría explicar por qué las personas con obesidad disfrutan menos de la comida.
Círculo de placer, interrumpido
Aquellos responsables del estudio, en el que los científicos de China, Estados Unidos y Suiza han mostrado un cambio en un circuito fisiológico que excede los núcleos axernales laterales, en el área responsable de procesar la motivación, conocida como superficie ventral.
La clave parece ser la reducción de la neurotensina, moléculas que modulan las señales entre estas regiones cerebrales. Aunque los ratones con exceso de peso aún preferían los alimentos grasos en sus jaulas, mostraron poco interés en consumirlos cuando era un esfuerzo, comportamiento comparable a un enfoque de alimentos ilimitado en un entorno humano moderno.
Es interesante que las dos semanas continuaran la nutrición regular, los animales se recuperaron y la señalización de la neurotensina y la agradable respuesta a los alimentos. Esto sugiere que el sistema es reversible, lo que podría tener implicaciones terapéuticas.
La comida como recompensa: entre hambre y satisfacción
Los resultados del nuevo estudio se armonizan con la revisión publicada en Neuron on the Neurobiology of Súper llanado. Aquí se describe que el comportamiento de los alimentos está regulado por dos sistemas interconectados: homeostático, que regula el hambre y el social y el hedónico, que favorece el consumo de placer. Este último se lanzó con una red cerebral que libera al neurotransmisor de dopamina, donde el círculo del artículo se publica en la naturaleza, y puede alentar el deseo de comer incluso cuando el cuerpo ya no requiere más energía.
El problema es que la exposición crónica a los alimentos ultra preferidos y las ricas grasas y azúcares pueden cambiar este sistema, generando una especie de "tolerancia" para el disfrute, similar a lo que sucede con las drogas dependientes.
En humanos, los científicos notaron menos accesibilidad de los receptores dopaminérgicos D2 en personas con exceso de grasa corporal, que está conectada a una menor sensibilidad a la satisfacción de los alimentos. Este fenómeno podría explicar por qué algunas personas obesas deben consumir más o intensidades de alimentos, para sentir el mismo grado de satisfacción.
Neurotensina como objetivo terapéutico
Por otro lado, el trabajo de los investigadores estadounidenses Katie D. Thompson y Gina M. Leinninger explora el documento multifuncional de neurotensina en el cuerpo humano. Esta molécula, también producida en el sistema nervioso central y en los tejidos periféricos, puede aumentar o reducir el apetito de acuerdo con su ubicación y el tipo de receptor para unirse.
Mientras que en los intestinos, promueven la absorción de grasa, que puede alcanzar el aumento de peso, en el cerebro, participa en la regulación del control de satitud y recompensa. La pérdida de la señalización de Neurotensa en individuos con obesidad podría ser un mecanismo clave para comprender la pérdida de disfrute durante las comidas y mantener el exceso de peso.
La importancia de los estudios de la naturaleza es trascender la mera observación: restauración artificial de la expresión de neurotensina en el cerebro de ratones obesos, los investigadores lograron renovar su comportamiento cubierto en platos y fatiga moderada. Esto sugiere que la manipulación de esta ruta podría ser una estrategia efectiva para el tratamiento de ciertos tipos de obesidad.
Comida sin satisfacción: un ciclo duro de romper
Perder el sabor para comer no solo afecta a las vellas emocionalmente buenas. También puede fortalecer el círculo encantado: no tener placer, más intensidad del sabor, lo que lleva a consumir más calorías sin resolver el déficit de satisfacción. Esta forma contribuye a mantener la obesidad y puede interferir con el monitoreo de dietas saludables.
La reversibilidad del fenómeno que se observa en los animales abre la puerta a la esperanza, ya que esto indica que el cambio en la nutrición puede devolver el funcionamiento normal de los acuerdos de satisfacción. Sin embargo, este proceso puede requerir tiempo y condiciones adecuados.
Los estudios actuales muestran que la obesidad no es solo un problema de voluntad o opciones personales. También es un estado en el que el cerebro y el cuerpo reaccionan de manera diferente a los estímulos nutricionales. Comprender los mecanismos biológicos que nos reducen a disfrutar de un doble objetivo: reducir el estigma y diseñar simultáneamente intervenciones más eficientes.
El futuro del tratamiento de la obesidad no solo puede controlar cuánto comemos, sino para comprender y modificar lo que sentimos cuando llevamos la comida a la boca.
0 Comentarios