Royos a la Venta en el mercado de Chennai (India). Manojmk Bruceelee / Pekels, CC
Durante años, la conversación sobre las vacunas marcó episodios de desinformación que causaron daños reales. Por lo tanto, no es sorprendente que, cuando se trata de vacunas aplicadas en contextos menos conocidos, como la acuicultura, ocurren dudas similares. ¿Es necesario vacunar a los peces donde nos transfirimos a alimentarnos? ¿Puede afectar la seguridad del pez que consumimos?
Una alternativa a los antibióticos
La acuicultura es hoy una de las principales fuentes de alimentos para la población mundial. Su crecimiento le permitió garantizar una proteína de calidad a precios razonables, pero no sin riesgos para la salud. En el entorno cultural acuoso, las enfermedades infecciosas tienen un impacto significativo. El virus, las bacterias y los parásitos se extienden rápidamente entre los animales mantenidos en sistemas intensivos: causa pérdidas estimadas en más de 10 mil millones de dólares por año y afecta aproximadamente al 10% de producción global.
Durante mucho tiempo, la respuesta habitual era recurrir a los antibióticos. El problema es que su uso intensivo y a veces pequeño regulado ha traído consecuencias no deseadas. No solo fue favorecido la apariencia de bacterias resistentes, sino que creó residuos en los productos, cambió los ecosistemas de agua y las alarmas iluminadas en la salud pública. Por lo tanto, en muchos países, especialmente aquellos con técnica de acuicultura como Noruega, decidieron de otra manera: la vacunación.
Vacunación ligera
Las vacunas se aplican a los peces, similares a las utilizadas en humanos. Su objetivo es preparar el sistema inmune para reaccionar de manera efectiva a un patógeno, sin enfermarse. Algunos usan microorganismos muertos que no pueden causar una infección. Otros recurren a versiones debilitadas de patógenos que inducen una defensa sólida.
También se usan vacunas que involucran solo partes de los medios infecciosos, como proteínas específicas, y más recientemente usan secuencias de ADN o ARN que continúan pescando para producir proteínas y, por lo tanto, entrenar su defensa.
A diferencia de las vacunas humanas, que se aplican principalmente por inyección, hay métodos adicionales en los peces. Algunos son aplicados por un urbano rugoso en un animal en una solución durante varios minutos. Otros se integran directamente en los alimentos, lo que permite la vacunación de grandes cantidades de animales sin la necesidad de manipulaciones individuales o una generación de estrés.
¿Qué pasa si comemos más tarde?
Una de las preguntas más comunes es si todo esto tiene alguna participación para aquellos que comen pescado. La respuesta es clara: No. Las vacunas utilizadas en la acuicultura no dejan desechos dañinos, no actúan en la carne de pescado, no contienen microorganismos sostenibles capaces de infectar a los seres humanos y están específicamente diseñados para fomentar el sistema inmune de pescado, no el nuestro.
Además, antes de que ocurra el mercado, cada vacuna debe pasar a través de procesos de aprobación que incluyen rigurosas pruebas de seguridad, eficiencia y control de residuos. Incluso hay períodos de espera entre la última vacunación y la cosecha que aseguran que el producto final sea completamente seguro para el consumo.
Al igual que con otros animales destinados al consumo humano, como pollos, cerdos o vacas, la vacunación es una práctica común para prevenir enfermedades y garantizar la seguridad alimentaria. En este sentido, los peces vacunados no son una excepción, pero es parte de un enfoque coherente para la protección de la salud pública contra la producción primaria.
Desde el punto de vista de la salud, la vacunación de pescado es una medida que lo usa todo. Reduce significativamente el uso de antibióticos, lo que ayuda a detener la amenaza global de la resistencia antimicrobiana. También mejora el bienestar animal, porque los peces se vuelven menos, mejoran y viven en condiciones estables.
Desafíos actuales
Aunque la tecnología ha progresado mucho, todavía hay áreas para el desarrollo. No todos los tipos de cultivo tienen vacunas efectivas, y algunas enfermedades, especialmente parásitas, aún sin una solución preventiva clara.
También se estudian nuevas formas de administración, como las vacunas producidas en plantas comestibles que podrían mezclarse directamente con los alimentos. Estas alternativas no solo facilitarían la inmunización de masa, sino que reducirían aún más los costos y el impacto ambiental.
La vacunación de los peces no es una estrategia biotecnológicamente o una estrategia de laboratorio que se excluye de la realidad. Es un agente concreto, basado en décadas de ciencia, que permite que la producción de peces se mantenga en condiciones saludables, seguras y sostenibles.
Quien come pescado de los sistemas de cultivo hoy en día puede estar seguro de que este alimento se produce bajo estrictas normas sanitarias, que han enviado controles y que está vacunado, mejor protegido de enfermedades y no es un riesgo para aquellos que no constituyen ningún riesgo. Por el contrario: se usan múltiples. Para pescado, para fabricantes, para el medio ambiente y para todos nosotros.

Antonio Figueras Huerta no recibe salario, ni se trata de trabajo de consultoría, ni tiene acciones, ni obtiene ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, y dijo que no hay vínculos relevantes con un puesto académico citado.
0 Comentarios