Sequía a largo plazo, aumento de temperatura global, degradación de suelos y eventos conductores extremos son solo algunos de los escenarios que enfrentarán futuros profesionales, independientemente de su área de entrenamiento. El ingeniero, el médico, el arquitecto o el economista ya no pueden realizar su profesión sin considerar cómo sus decisiones afectan la crisis en el medio ambiente. Dada esta urgencia, surge una pregunta crítica: ¿Las universidades están preparando a los estudiantes para mover y mitigar estos desafíos?
La educación superior tiene una responsabilidad inevitable en la transición en sociedades más sostenibles. La sostenibilidad no debe ser un suplemento opcional en los programas de enseñanza, sino un principio principal que impregna toda la disciplina.
Sin embargo, la integración de este enfoque no es una tarea fácil. Transformación profunda de curipios, capacitación de maestros y antes que nada, transferir el paradigma en la forma en que entendemos la capacitación profesional. Algunas instituciones ya han comenzado esta vez.
Ejemplos actuales
Por ejemplo, la Universidad de Guadalajars ha sido instalada desde 2019. Interroganza en todas las carreras. Dos ejemplos son los sujetos de la "cultura de la paz" y la "vida y el entorno sostenible" en todos los programas de pregrado de la Universidad de Altos y que están relacionados con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estas materias buscan estudiantes, cualquier legislación o agronegocio que comprenda la interdependencia entre sus áreas y problemas, como la desigualdad social o los recursos naturales agotadores.
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Pero la transversidad es solo el comienzo. Otras universidades, como el Barcelona autónomo, se establecieron aún más, crean programas de posgrado especializados para la sostenibilidad y la promoción de la investigación aplicada en cooperación con sectores público y privado.
En América Latina, un campus sostenible, que de las instituciones, como la Universidad Autónoma Nacional de México y la Universidad de San Paulo, promovió a partir de 2015. Iniciativas para reducir los campus y promover la participación de los estudiantes en proyectos ambientales. Estos esfuerzos reflejan un reconocimiento creciente: la sostenibilidad no puede limitarse a un curso aislado, pero debería ser un eje estructural en la educación.
¿Hay suficientes elementos transversales?
Sin embargo, vale la pena preguntar si estas acciones son suficientes. La velocidad de las ambientalidades agravantes sugiere que las medidas incrementales pueden no ser adecuadas. Como advierte el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), los próximos diez años son cruciales para evitar los peores escenarios de calentamiento global.
En este contexto, los sistemas cruzados, aunque valiosos, podrían estar cortos si no acompañan metodologías pedagógicas innovadoras. Enseñar sobre proyectos, aprendizaje de servicio, proyectos de intervención en comunidades o simulación de escenarios reales son herramientas que permiten a los estudiantes aplicar conocimiento teórico a ciertos problemas.
Por ejemplo, en la Universidad de Chile, los estudiantes de ingeniería y ciencias sociales trabajan en el diseño de soluciones de comunidades que afectaron algunas violaciones del agua, integrando el conocimiento de la técnica y la comunidad.
¿Cómo evaluar?
Además, la capacitación de sostenibilidad requiere la revisión de las competencias evaluadas. No es suficiente que los estudiantes acuñen los conceptos; Tienen que desarrollar pensamiento crítico, resistencia y capacidad de trabajo interdisciplinaria. La educación para la sostenibilidad debe ser "transformadora", es decir, desafiar la lógica tradicional y la visión del sistema alentador.
Esto implica que los maestros también necesitan capacitación continua. Como ejemplo, podemos mencionar el programa de la Universidad de Costa Rica, que confirma a los maestros en pedagogos para la protección del medio ambiente.
Práctica diaria en las aulas
El análisis no puede evitar la reflexión incómoda: aunque las universidades progresaron, el ritmo es desigual y en muchos casos insuficiente. Mientras que algunas instituciones llevan a los cambios estructurales, otras aún consideran la sostenibilidad como temas marginales. ¿Corrimos nuestro curso a tiempo?
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La respuesta es sí, pero con una condición: la sostenibilidad debe dejar de ser bueno, que en el aula se ha convertido en una buena capacitación en las aulas. Esto requiere no solo contenido "verde", sino también pedagogías que inspiran acción y ética.
Las universidades tienen la oportunidad, y la obligación de capacitar a profesionales que no solo se adaptan al mundo, sino que la transforman. Este planeta no necesita más graduados que repitan modelos; Necesita un cambio en los fondos que puedan imaginar y construir un futuro sostenible.
Como escribió el filósofo Edgar Morin, la educación debe "enseñar condición humana" en su relación indexual con la naturaleza. El tiempo actúa ahora: cada clase, cada plan nominal, cada proyecto interdisciplinario, es un paso para ese cambio.
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