Cada verano, piscinas, playas y ríos llenos de niños ansiosos por jugar y bucear. Pero según esta imagen de la luz, el hecho oscuro está oculto: el ahogamiento sigue siendo una de las principales causas de muerte aleatoria de niños en España. En 2024 años, se registraron 35 niños debido a ahogamiento, una de las tres primeras causas de muerte accidental en menores.
Aunque la prevención generalmente se centra en cómo aprender natación o empleo de socorristas, existe un factor importante y menos visible: una relación emocional que el niño establece con un entorno de agua. El miedo al agua no solo dificulta aprender, sino que puede bloquear una reacción adecuada a la sala de emergencias.
La buena noticia es que este miedo se puede transformar. No con presión o impone, sino con la ciencia, el juego y la confianza, como explico en el nuevo libro basado en mi investigación.
Miedo al ambiente acuático: emoción aprendida
El miedo al medio ambiente acuático no es innato. Esta es una respuesta aprendida del sistema nervioso frente a la percepción de la amenaza. La amígdala cerebral, responsable de activar la respuesta de la alarma, interpreta el entorno del agua como peligroso si había experiencias negativas previas: cascadas, buceo forzado, separación repentina de cuidadores o simplemente falta de cuidadores.
Cuando esto sucede, la reacción de la lucha, el vuelo o la congelación que cierra esa "ventana de tolerancia", es decir, la capacidad del niño para aprender y adaptarse.
¿Por qué decir "¡Aléjate ahora!" no funciona
La práctica como el forzamiento de inmersión, ignorar el llanto o tirar abruptamente de la mesa de soporte puede parecer inofensivo, pero en realidad active la reacción al estrés que puede dejar la marca emocional. Según la teoría de Polyvagal, si el niño se siente inseguro, su sistema nervioso lo llevará a evitar la situación, disociar o incluso rendirse, lo que a menudo se malinterpreta como "tranquilo".
Sensible al trauma, como el propuesto por la Asociación Ibero -Americana de Agua, Educación Especial e Hidroterapia, enfatiza la importancia de respetar la autonomía del niño, leer su lenguaje corporal y nunca imponer actividades para las que no está preparado.
Juega para nadar: el poder del juego
La ciencia sobre el desarrollo de los niños y la neuroplasticidad indica una solución: jugar como el principal medio para superar el miedo y aprender nuevas habilidades. El juego simbólico y progresivo le permite al niño reorganizar su experiencia emocional.
Desde el "delfín", un "pirata" o que busca "tesoro" en la parte inferior de la piscina transforma el escenario de amenaza en la aventura. Por lo tanto, "acciones opuestas", como soplar burbujas en lugar de contener respiración, ayudan a desactivar una muestra de evitación automática.
A Lire Aussi: Metabolismo de Tic-Tac: entonces el tiempo de eath en la salud de los niños
Este tipo de juego facilita que el cerebro está asociado con el placer, la curiosidad y la seguridad, lo que a su vez favorece la conexión entre la región del cerebro, que están involucradas en habilidades motoras, emociones y memoria.
Evitar ahogarse por seguridad emocional
No se debe acceder al miedo al agua o a la presión, sino con estrategias de confianza y disfrute. El éxito en el aprendizaje de la natación sin miedo radica en términos del ritmo del niño y en proporcionar experiencias agradables que aumentan su seguridad. En ese sentido, se recomienda:
Introducción progresiva al entorno del agua. Antes de la inmersión, el niño debe sentirse seguro en los bordes y áreas poco profundas. Juegos como caminar dentro del agua, recolectar objetos flotantes o jugar olas con manos pueden facilitar esta adaptación.
El uso de elementos de flotación lúdica. Los materiales como bolas, mesas y aros ayudan a crear sentimientos de control y a reducir la percepción de las amenazas de agua.
Fortalecer la confianza a través de roles en el juego. La simulación de investigadores de agua, delfines o buzos permite a los niños centrarse en el entretenimiento y no el miedo.
Estimulación multisensorial positiva. La música de agua, las luces de colores en la piscina o el uso de esencias agradables pueden ayudar al niño a combinar agua con una experiencia sensorial agradable.
Trauma Juego de re -lapenificación. Para los niños con experiencias traumáticas previas, ciertamente situaciones recreador y la finalización positiva les ayuda a reprogramar su respuesta emocional. Por ejemplo, si un niño tuvo una mala experiencia con una caída en el agua, puede diseñar un juego en el que deliberadamente caiga en un entorno seguro y luego se vaya con éxito con éxito.
El papel de los adultos: siga, no fuerzas
La prevención del ahogamiento implica más que el aprendizaje de la natación: requiere un ecosistema emocionalmente seguro. El educador debe ser un facilitador, no un juez. La familia debe fortalecer la autoconfianza de un niño sin presiones. Y los camaradas, con su ejemplo, pueden ser grandes aliados.
Cuando el medio ambiente es compatible, se rocía el miedo. El juego es el lenguaje natural de los niños, a través del cual manejan sus emociones y renovan el mundo. Incluso puedes aprender a nadar jugando.
El entorno acuoso no debe ser espacio para la amenaza, sino un escenario de detección y buenos alimentos. Aprender nadar sin miedo no es solo una cuestión de técnica, sino también empatía, neurociencia y juegos. Es una forma en que aprender vive con confianza en sí mismo, dentro y fuera del agua.
0 Comentarios