La noticia de que Donald Trump designó al veterano Ronald Johnson para México marca un cambio marítimo en la forma en que Estados Unidos busca lidiar con su vecino del sur. ¿Qué deben esperar los mexicanos del nuevo designado en los próximos años, pregunta María Meléndez?
Mejor conocido por su experiencia militar e de inteligencia, Johnson es una antigua boina verde y un veterano que se especializó en operaciones de guerra, contrainsurgencia y antiterrorismo no convencionales. Después de su servicio militar, Johnson se unió a la CIA, donde dedicó más de veinte años a las operaciones de inteligencia en América Latina. Sus tareas implicaron interrumpir las redes de tráfico de drogas y combatir el crimen organizado transnacional.
Bajo la administración anterior de Trump, Johnson trabajó como embajador de los Estados Unidos en El Salvador, donde trabajó estrechamente con el líder de Strongman Nayib Bukele para contrarrestar la violencia de las pandillas, la trata de personas y la migración ilegal en la asediada nación centroamericana. Sin embargo, los críticos señalan que las políticas de Johnson son tan fundamentalmente defectuosas y no se ocupan de las causas fundamentales del delito y la inestabilidad.
El nombramiento de Johnson representa un cambio significativo en la representación diplomática de los Estados Unidos en México. Sus antecedentes sugieren un cambio hacia un mayor enfoque en la colaboración de seguridad entre los dos países, en lugar del énfasis más tradicional en temas políticos y el comercio transfronterizo.
Sin embargo, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum expresó su deseo de mantener una relación cooperativa con el nuevo embajador, a pesar de la retórica en torno al uso de la guerra de drones estadounidenses contra los objetivos en el país. La amenaza de acción unilateral también la ha visto subrayar la importancia de respetar México y su soberanía.
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