Si alguna vez conociste a un mexicano y te has preguntado por qué su nombre es el doble que el tuyo, no estás solo. A primera vista, tener dos apellidos puede parecer una complicación innecesaria, un dolor de cabeza administrativo o una prueba de memo…
Si alguna vez conociste a un mexicano y te has preguntado por qué su nombre es el doble que el tuyo, no estás solo. A primera vista, tener dos apellidos puede parecer una complicación innecesaria, un dolor de cabeza administrativo o una prueba de memoria elaborada. Sin embargo, en México, esta tradición es más que una simple convención de nombres; Es un reflejo de la identidad, el patrimonio y el orgullo familiar, asegurando que tanto el linaje paternal como el maternal sean reconocidos y preservados.
A diferencia del inglés, donde un apellido es singular, en español, usamos el término apellido, y tenemos dos. Este sistema permite una identificación precisa y fortalece la conexión con ambos lados de la ascendencia de una persona. La fórmula es simple: primer nombre + el primer apellido del padre + el primer apellido de la madre. Por ejemplo, si Luis Pérez Ramírez y María García López tienen un hijo llamado Juan, su nombre completo será Juan Pérez García, con sus apellidos paternos y maternos hacia adelante.
Otro aspecto clave de esta tradición de nombres es que las mujeres no pierden sus nombres de nacimiento después del matrimonio. A diferencia de muchos países de habla inglesa, donde una mujer tradicionalmente toma el apellido de su esposo, en México, una mujer mantiene sus apellidos originales. Algunos pueden optar por adoptar el apellido paterno de su esposo, conectado por la preposición "DE" (que significa "de"), como una costumbre social en lugar de un requisito legal.
Una tradición maravillosa que se originó en tiempos oscuros
Esta tradición tiene sus raíces en España y se remonta a varios siglos. Antes de este sistema, las personas fueron grabadas por su nombre de pila y los nombres de sus padres. Registros parroquiales, que fueron el método principal de documentación antes de que existieran los registros civiles, a menudo enumerados a las personas de una manera directa, como "Antonio, hijo de Francisco y Laura"Sin ningún apellido formal.
Esto cambió después del Concilio de Trent en el siglo XVI cuando la Iglesia Católica ordenó el registro sistemático de bautizos, matrimonios y entierros. Estos registros se volvieron cruciales para la Inquisición española, que los usó para rastrear la ascendencia de las personas en busca de cualquier linaje "impuro". Los individuos que la Inquisición buscó identificar eran principalmente judíos y musulmanes que se habían visto obligados a convertirse al cristianismo y, a menudo, se sospechaba que practicaba en secreto su fe original. Para hacer cumplir la conformidad religiosa, la Inquisición examinó meticulosamente las historias familiares, a veces que se remontan a varias generaciones, para garantizar que no hubiera rastros de linaje no cristiano.
Como resultado, Ancestry comenzó a ser examinada meticulosamente y extendida a los apellidos de los cuatro abuelos, reforzando la creencia de que las personas descienden de todo su linaje familiar. Las familias nobles enfatizaron los apellidos prestigiosos, especialmente aquellos vinculados a títulos o riqueza hereditarios. Más allá de la jerarquía social, esta práctica también resultó práctica, lo que permitió identificar con mayor precisión a las personas.
Registros civiles y estandarización
En el siglo XIX, los registros civiles fueron introducidos por movimientos liberales que buscaban cambiar el control de la población de la iglesia al estado. El primer registro formal se estableció en Madrid en 1822, y el registro civil pronto se convirtió en obligatorio para toda la población. Esta transición permitió al gobierno mantener un sistema de mantenimiento de registros más sistemático. El Código Civil español de 1889 estableció la práctica de transmitir los apellidos paternos y maternos, solidificando la convención de nombres aún utilizada hoy en día.
Los desafíos de este sistema
Si bien este sistema ofrece muchas ventajas, puede convertirse en una pesadilla en países que no acomodan dos apellidos. Muchos deben navegar por un laberinto burocrático solo para garantizar que sus documentos sigan siendo precisos. Algunas personas eligen abandonar su segundo apellido por conveniencia, solo para descubrir más tarde que sus registros ya no coinciden en diferentes sistemas. Al completar los documentos oficiales con solo un espacio para el apellido, el primer Apellido puede confundirse con un segundo nombre, el segundo Apellido puede desaparecer por completo, o ambos Apellidos pueden necesitar ser guiones en uno para su custodia.
Libertad de elección en una nueva era
En 2016, la Corte Suprema de México dictaminó inconstitucional el requisito de que los niños se registraran primero con el apellido de su padre, argumentando que reforzaba la desigualdad de género. Esta decisión histórica otorgó a los padres el derecho de elegir la orden de los apellidos de sus hijos, lo que les permite priorizar el linaje paternal o materno. Un año después, en 2017, surgió un caso en el que una pareja registró con éxito a su hijo usando sus dos apellidos maternos, solidificando aún más el precedente legal. Además, el fallo estableció que los adultos podían solicitar cambiar el orden de sus apellidos, proporcionando libertad de elección en la identidad personal.
Honrando a mis padres
Mis apellidos son lo suficientemente raros como para poder identificarme con precisión con solo uno. Elijo usar ambos para abrazar la integridad de mi ser. Practico un sentido equilibrado de sí mismo al reconocer las energías masculinas y femeninas que me crearon. Como la nieta de cuatro europeos valientes que huyeron de los horrores del antisemitismo y encontraron refugio en México, mi nombre completo tiene un legado de identidad y resistencia.
Una tradición duradera
En última instancia, la tradición de dos minutos de México refleja una cultura que valora las raíces profundas. Entonces, la próxima vez que conozca a un mexicano con lo que parece un nombre excesivamente largo, recuerde: honra a sus antepasados y asegura que ningún Juan se pierda en la multitud.
Sandra Gancz Kahan es un escritor y traductor mexicano con sede en San Miguel de Allende que se especializa en salud mental y ayuda humanitaria. Ella cree en el poder del lenguaje para fomentar la compasión y la comprensión entre las culturas. Se puede llegar a ella en (correo electrónico protegido)
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